martes, 22 de enero de 2008

3.13 El hombre de Tallahassee

A su llegada a los barracones Locke se va a enfrentar de nuevo a lo que significa necesitar o no una silla de ruedas, sólo que esta vez el que está confinado en ella es Benjamin Linus, el líder de los Otros. El impredecible explorador aprovechará esta ventaja para llevar a cabo un importante designio que venía barruntando: hacer explotar el submarino que los Otros usaban para salir de la isla y volver de nuevo a ella. Pero Ben, sin lamentar demasiado esta pérdida, se guarda un as en la manga para enfrentarse a este formidable contendiente: la inesperada presencia en la isla del llamado ‘hombre de Tallahassee’.

John ha acompañado a Sayid y a Kate desde la playa (3.10-3.12) compartiendo supuestamente con ellos la misión de rescatar a Jack. Pero en los avatares del camino ha descubierto la existencia de una estación de comunicaciones, de un enemigo que conocía la minusvalía de su pasado y de un submarino con el que se puede salir de la isla. De manera sistemática –lo que hace entrever una clara y decidida resolución– nuestro calvo amigo ejecuta la destrucción de cada una de estas tres amenazas. En la estación Llama (3.11) y en la valla sónica (3.12) las circunstancias jugaron a su favor para que sus acciones parecieran accidentales, pero en cuanto se interna entre las casas donde viven los Otros su estrategia es clara: enfrentarse a Ben y acabar con el submarino. Es probable que el bienestar de Jack no le sea del todo indiferente, pero claramente su prioridad es otra: despreocupado de sus compañeros –que en seguida son capturados– se dirige certeramente hacia su objetivo.

Desde que conoció al falso Henry Gale en el Cisne (2.14), Locke ha estado intrigado por este hombrecillo. Pero una vez informado de que se trata del líder de los Otros (se lo dijo Hurley en el episodio 3.3) las extrañas revelaciones que le hizo el prisionero le intrigan aún más. John sabe que la isla le está tratando de forma privilegiada, curándole milagrosamente de su parálisis y acelerando también la curación de la herida que le causó la compuerta de la estación Cisne (2.17-2.22), y siente una malsana curiosidad por descubrir la verdad que hay tras este enigma. Cree que una importante fuente de información podría ser Ben Linus. Pero a la par de su deseo de obtener respuestas al respecto está su firme intención de impedir que nadie pueda salir de la isla o contactar con el exterior, pues parece estar convencido de que permanecer aislados es lo más beneficioso tanto para su gente como para los Otros – o quizás no le importe realmente ninguna otra persona en absoluto y sólo pretenda impedir cualquier posible interferencia en sus planes de conocer el secreto de la isla y de entregarse totalmente a él.

Sin embargo el Locke que encontramos en los flashbacks es mucho más altruista. Tras superar en cierto modo una etapa de profunda depresión, un solitario y elusivo John descubre que su padre está a punto de estafar a una acomodada señora casándose con ella para quedarse con su dinero. Inmediatamente decide tomar cartas en el asunto e impedir que Cooper hiera a otra persona como le hirió a él: no le preocupa tanto que se quede con el dinero como que la ilusionada mujer viva la decepción de que alguien que decía quererla sólo quisiera aprovecharse de su ingenuidad. Cuando muere el joven hijo de la novia, John empieza a vislumbrar un mayor nivel de maldad en su padre del que había imaginado: parece que también es capaz de matar fríamente a quien se interpone en sus planes. Efectivamente, poco después constata en sus propias carnes la asesina predisposición de su progenitor. Locke seguía siendo un iluso en cuanto a los sentimientos de su padre, seguía pensando que Cooper le tenía un cierto respeto por ser su hijo y su donante de riñón (1.19) y su colaborador en recuperar un dinero que había estafado (2.17); ingenuamente pensaba que con una recriminación conseguiría reformarle y hacer que se comportarse bien. Pero Cooper ha demostrado que está dispuesto a todo para sacar adelante sus planes, por lo que no duda en atentar contra la vida de su hijo tirándole por una ventana. Y ahora sí, parece que Locke se ha dado cuenta de quién es su padre, tras haber perdido para siempre por su culpa un riñón (1,19), a su novia (2.17) y la movilidad de sus piernas.

Con semejantes antecedentes es posible que la motivación adivinada por Ben tras la acción de explotar el submarino tenga visos de verdad: que lo que Locke quiere impedir a toda costa es volver a encontrarse con su padre, de quien los detectives que atendieron su caso habían perdido el rastro. Pero el atribulado hijo no contaba con la inmensa caja mágica que, metafóricamente, posee la isla, de modo que, con submarino o sin él, se acabará encontrando de nuevo frente al hombre que tanto amargó su vida.

Pero antes de conocer que deberá enfrentarse de nuevo a su padre, Locke disfruta echando un pulso dialogal con su enemigo actual en la isla, Ben. Parece que ambos tienen mucho en común pero también algo importante que les diferencia: ambos se preocupan por mantenerse en comunión con los misterios de la isla, pero los favores curativos de la misma no parecen estar funcionando igual para los dos, ya que obviamente uno necesita una silla de ruedas y el otro no.

Aunque curiosamente ambos contendientes no interpretan igual este artefacto que se han visto obligados a utilizar. John Locke sufre una gran angustia al ser colocado por primera vez en su silla. Le derrumba darse cuenta de aquello en lo que le ha convertido su sueño imposible de conseguir una buena relación con su padre. Lo que más le duele, según adivina Ben, es que la causa de su invalidez no haya sido un desafortunado accidente sino la deliberada intención asesina de su propio padre, al que él sólo había querido ayudar. En esos terribles momentos parece que opta por aferrarse al experto consejo de su fisioterapeuta: no te conformes con límites imaginarios, si has conseguido sobrevivir a una caída desde un octavo piso no te autocompadezcas pensando en lo que no vas a poder hacer. Locke intentará vivir una vida con sentido e incluso proponerse metas difíciles, como su intento de participar en un “Walkabout” australiano, sin dejar que otros le digan lo que no puede hacer (1.4). Pero sólo en la isla tras el accidente del avión ha vuelto a sentirse completo y útil. Ahora piensa que sus desgracias del pasado han sucedido sólo con el fin de traerle aquí, donde está convencido de tener una misión importante que cumplir (más allá de la repetitiva tarea del Cisne en la que finalmente falló).

Por su parte Ben reconoce que Locke es una persona muy especial, que ha recibido un trato especialísimo de favor por parte de los poderes de la isla, sin embargo se niega a hablar claro con él y recurre a su inveterada costumbre de manipulación. Quizás no entiende por qué se encuentra en este momento sin poder usar sus piernas, por qué no se le ha concedido una rápida curación, pero se niega a considerarlo una debilidad: la silla de ruedas es para él una forma de ganar dignidad (frente a quedarse tumbado en la cama) e incluso la considera una prerrogativa sobre Locke, como algo que le otorga un mayor conocimiento de lo que la isla quiere. En el brillante intercambio de preguntas en el que cada uno trata de imponer su conciencia de superioridad sobre el otro, Locke hace saber a Ben que está en contra de toda tecnología (luz eléctrica, frigorífico...), porque cree que la isla quiere que vuelvan a una vida completamente natural, mientras Ben se maravilla de hasta dónde llega la renuncia de todas las ventajas de la civilización que ha hecho este hombre por defender –casi sin saber por qué– un nuevo estilo de vida en la isla, mientras que él no ha conseguido nunca de su gente un compromiso tan fuerte a pesar de que ellos están mucho más familiarizados con los misterios isleños.

Una vez puestas las cargas explosivas en el submarino, Locke ya no intenta esconderse pues al parecer no le importa que le cojan los esbirros de Ben. Si se hubiera mantenido oculto podría haber intentado rescatar a Sayid, Kate y Jack, pero nos damos cuenta de que nunca fue su intención rescatar a nadie, sino acceder a los Otros y a los secretos que éstos guardan. Podemos entender ahora que en las primeras escenas del capítulo, cuando el equipo de rescate observa a Jack con unos prismáticos, Locke está observando más bien a Ben en su silla de ruedas. Dirime sin dudar el debate que surge entre Sayid y Kate a favor de rescatar a Jack, no tanto –como dice– porque éste le impresionara en su heroica labor del primer día en la isla, sino porque le convenía internarse libremente en el poblado al caer la noche.

Locke ha cumplido su misión de destruir el único medio de salida de la isla y sabe que Ben no va a castigarle por eso. Éste le visita en el lugar donde le tienen retenido y hace que Richard lo libere, explicándole por qué le ha venido tan bien que con su acción impidiera la marcha del doctor. Imaginando todo tipo de intricados misterios Locke se aviene a acompañar al ahora inválido a ver lo que ha salido de su caja de sorpresas, pero no va a gustarle demasiado lo que encontrará allí: su padre, Anthony Cooper, maniatado y amordazado. Seguro que a éste tampoco le agrada tener que volver a ver al hijo al que una vez tiró por una ventana.

Mientras tanto Jack ha visto desvanecerse ante sus ojos su plan de salir de la isla. Kate ha venido para rescatarle aunque él le había pedido que no lo hiciera. Su buena amiga, que tanto había sufrido por haberle dejado atrás (3.7, 3.9), no puede entender que Jack haya decidido fiarse de los Otros. Pero en las palabras de su querido médico cree entrever que la gran desilusión que le ha alejado de ella tiene que ver con su relación con Sawyer y tristemente acepta la situación. Lo malo es que, al traerse con ella a Locke para el rescate de Jack, indirectamente ha colaborado en la destrucción de todas las esperanzas que había puesto el doctor en volver por fin a América e intentar desde allí conseguir un rescate para todos.

Sayid, también capturado, no tiene oportunidad de hacer gran cosa, excepto revelar a Álex que su madre, a la que se parece mucho, está viva. Mientras tanto Danielle Rousseau observa a los Otros desde una posición segura entre los árboles hasta reconocer finalmente en una joven morena a su querida y añorada hija.

Danielle vuelve a ver a su hija, Locke vuelve a ver a su padre, Kate vuelve a ver a Jack. Se trata de tres encuentros de muy distinto cariz. Mientras que la francesa ya recelaba de que el encuentro con Álex podría ser bastante duro (3.12), Kate nunca imaginó que Jack realmente prefiriera que ella no intentara rescatarle. Finalmente lo último que esperaba John Locke era reencontrarse con su padre en la ciudad de los Otros.


Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- Álex no se lleva bien con su padre y trata de evitar que éste manipule a la gente a sus anchas. Es un caso similar a lo que Locke quiso hacer en el pasado con respecto a Cooper. Parece que no había pensado en ningún momento denunciarle sino sólo en tratar de disuadirle por las buenas, pues para él aún era relevante la relación paterno-filial. Por desgracia en este episodio descubre que deberá enfrentarse de nuevo con este consumado estafador, a quien nunca parece ser capaz de dejar atrás como un mero asunto desagradable de su pasado. Kate también tuvo que lidiar con un padre al que despreciaba –y a quien decidió quitar de en medio (2.9)– y Jack con el alcoholismo de su progenitor –cuya muerte reciente ha tenido que llorar, acongojado por un cierto sentimiento de culpa (1.5, 1.11, 3.1)–. Pero Álex tiene la suerte de haber empezado a vislumbrar que Ben podría no ser su verdadero padre, que cuenta con una madre desconocida que está viva mientras que le habían dicho que estaba muerta, aunque todo esto no logre atenuar el dolor de ver que el padre que te ha cuidado y mimado (recuérdense las fotos de una niña en la casa de Ben) es una mala persona.

Nos encontramos ante ejemplos muy diversos de conflicto generacional: Jack y Christian hubieran necesitado una mejor comunicación; padre e hijo se querían, aunque apenas lograron decírselo nunca el uno al otro (1.16). Claire, por su parte, rechazó directamente la relación con un padre que desde muy pequeña la había abandonado (3.12). El caso de Kate es el más drástico, ya que ésta optó por deshacerse de una persona a la que detestaba y a quien odiaba tener que parecerse; en su caso el hombre que la había cuidado y a quien prefería llamar papá era al menos buena gente (2.9). Álex por su parte se quedó pronto sin madre (ella no sabe por qué) y su ‘padre’ en principio ha cuidado bien de ella, aunque a la joven no le agraden sus maneras ni el trato que da a las personas de su entorno (especialmente a su novio). Algo parecido tuvo que sufrir Sun toda su vida (aunque ella sí tenía madre) con su estricto progenitor, de costumbres algo mafiosas. Pero por supuesto el caso más terrible es el de Locke, quien entregado a un orfanato de pequeño, descubre de mayor que su madre está algo loca y que su padre es un insensible estafador y asesino, quien no duda en usar sus malas artes contra su propio hijo (1.19). No sabemos qué le deparará el nuevo encuentro con él, pero no es fácil que sus abismales diferencias aún puedan arreglarse con una conversación, por muy sincera que ésta pudiera legar a ser. Este hombre nunca ha estado dispuesto a proporcionar a su hijo lo que éste necesitaba, a pesar de lo mucho que John ha llegado a darle. En el mundo exterior sólo podríamos esperar que Cooper acabara en una lóbrega cárcel, pero en la isla no sabemos aún lo que le espera.

La moraleja es que si el padre de uno –o cualquier otro familiar– es un delincuente o un maltratador, la mejor opción es denunciarlo, por difícil que esto pueda resultar, y alejarse de su mala influencia si no quiere uno acabar mal (malherido o maleante). Lo difícil es discernir si esa persona aún estaría a tiempo de redimirse con la ayuda de su familia (como quizás era el caso de Christian) o si ya no tiene arreglo (como es claramente el caso de Cooper). Jack pudo tal vez haber apoyado más a su padre en muchas ocasiones previas (como en el episodio 3.1), pero su denuncia ante el comité médico en el 1.11 fue una decisión acertada, de lo que deberían haber aprendido tanto Kate (para no tener que llegar a matar a su padre) como Locke (para no llegar a ser víctima de un intento de asesinato por su parte).

Amparo

miércoles, 16 de enero de 2008

3.12. Par avion (correo aéreo)

La joven Claire afronta en el flashback de este episodio una de las experiencias más terribles de su pasado. Un accidente de automóvil produce un traumatismo cerebral a su madre, quien entra en un coma probablemente irreversible. Claire, en plena etapa gótica y rebelde, se peleaba con su madre –deseándole incluso la muerte– momentos antes de estampar el coche que conducía contra un poste. Un angustioso sentimiento de culpabilidad acosará a nuestra joven protagonista hasta que algún tiempo después sea capaz de pedir perdón a su madre, aún inconsciente. Ya embarazada de su hijo Aaron, la muchacha se da cuenta de lo difícil que debió ser para Carole convertirse en madre soltera, sabiendo además que el padre de su bebé estaba con su otra familia al otro lado del océano. Claire admira y agradece que su madre decidiera criarla, aunque siente no haber reconocido a tiempo los desvelos y sufrimientos que le hizo pasar y no haberla compensado con más cariño y complicidad en vez de convertirse en un continuo quebradero de cabeza para ella. Quizás desanimada por la experiencia de Carole, a quien posiblemente –en su opinión– tanto sacrificio por una hija tan difícil y desagradecida nunca debió merecerle la pena, Claire tiene muy claro que dará en adopción el bebé que está esperando (no sabe aún que el accidente –o el destino– la obligará a quedarse con él [1.10, 1.20], aunque sabemos que finalmente aceptará su maternidad encantada [2.15]). De todas formas su paso por esta terrible experiencia ha cambiado mucho a la joven australiana: en unos meses se ha transformado como de la noche (pelo oscuro, ropa y calzado estrictamente negros) al día (con su original melena rubia y ropa mucho más clara). Lo que no obsta para que sus ojos profundamente azules hayan sido testigos todo el tiempo de la ternura y cariño que ha albergado siempre en el fondo esta muchacha.

Al abrirse estos azules ojos esta mañana han encontrado una realidad mucho más risueña –aun despertándose en la misteriosa isla– que todo lo que la vida les deparaba en el flashback. Tras unos días en que ha estado meditativo y solitario (desde la funesta noticia que le comunicó Desmond en el episodio 3.8), Charlie le ha preparado a su chica para el desayuno un encuentro romántico en la playa. Esta posibilidad de despertar cada mañana y dejarse sorprender por toda la novedad que nos trae cada día, es sin embargo lo que ya nunca más podrá vivir Carole. Aunque su hija no había renunciado por eso a visitarla, esperando quizás poder darle también un día una similar alegría (a la que Charlie le tenía preparada esta mañana), pero suponiendo al menos que su compañía le haría sentir de algún modo algo más de calor humano. Las numerosas estancias con su madre en el hospital fueron también ocasión para que la futura superviviente del vuelo 815 aprendiera algo sobre el estudio científico de las migraciones de aves marinas. Precisamente una bandada de aves migratorias está cruzando la isla en estos días y será Claire la que se dé cuenta de que se encuentran ante una oportunidad única para contactar con el mundo exterior.

Sun y Jin se prestan en seguida a colaborar en la captura del ave mensajera, pero, curiosamente, Desmond y Charlie parecen empeñarse en impedirlo. El joven rockero parecía haber superado su crisis existencial desde que con Hurley obtuvo una victoria sobre la muerte en la furgoneta de Dharma (3.10). En aquel episodio había preguntado a su particular vidente cómo sería su próxima muerte, pero éste le hizo saber que la cosa no era así de fácil. En este episodio, sin embargo, Desmond ha optado por contar con el propio Charlie para salvarle y, de pronto, éste ha olvidado su lema de vivir el instante, prefiriendo refugiarse en fingimientos para huir de la compañía de Claire, que le está resultando tan letal. El pobre ex-drogadicto, tan lleno de generosidad y de ganas de hacer cualquier cosa por la joven que ama, se ve inclinado a apartarse de ella y a comportarse cobardemente, por evitar una muerte segura. Las predicciones del escocés están acabando con lo que él verdaderamente quiere ser, convirtiéndole en todo lo contrario. Hurley estuvo muy acertado cuando le aconsejó afrontar el peligro cara a cara, como la única manera de volver a sentirse bien consigo mismo (3.10). Sólo que entonces nadie había predicho con claridad el desenlace de tan arriesgada apuesta.

El talante reivindicativo de Claire exige una clarificación por este extraño comportamiento de dos personas que hasta ahora más bien habían estado de su parte: su mejor amigo en la isla y su reciente salvador de las aguas (3.8). La muchacha no entiende por qué las personas en quién más le gustaría confiar le fallan una y otra vez. Su padre –quien resulta ser nada menos que Christian Shepard– la abandonó cuando aún no tenía tres años, influenciado sobre todo por su tía Lindsey, quien parecía odiarlo con todas sus fuerzas. La buena de Carole prefirió decir a su hija que su padre había muerto y no volver a contactar con el doctor americano casado que en su día la dejó embarazada. Poco después de salir de la adolescencia Claire pierde además a su madre (prácticamente) en el accidente de coche y después es Tomas, su propio novio, quien la deja sola tras parecer por un tiempo que se interesaba por la relación y por el futuro bebé de ambos (1.10). Christian al menos se hizo cargo de los gastos médicos de su madre en coma, pero Claire rechazó una relación más estrecha con este hombre tras oir sus consejos con respecto a la desconexión de los aparatos que soportan la vida de Carole. La muchacha encontró cierto consuelo en acompañar a su ausente madre, en visitarla, contarle sus cosas, ver con ella la tele. Estando casi totalmente sola en la vida, su frustrada relación materno-filial y su experiencia similar con un embarazo imprevisto la habían unido fuertemente a esta mujer ahora inconsciente, esperando que realmente pudiera escuchar sus palabras y recibir un consuelo similar al que ella buscaba en sus visitas.

Pero la joven que, una vez sola en la vida, subió en Sydney al avión de Oceanic se encontró, al sobrevivir al accidente en la isla, perteneciendo a una gran familia. Muchos compañeros están dispuestos a echarle una mano en la tarea de cuidar al pequeño Aaron, pero especialmente Charlie ha querido compartir con ella esa responsabilidad, incluso a veces de forma algo exagerada (2.6, 2.12). La joven madre, acostumbrada a ser abandonada ante las dificultades, tiene tendencia a creer que cuando pida algo nadie la va a apoyar. Por eso le disgusta mucho la extraña actitud de Charlie y vuelve a alejarle de su lado, no dispuesta a sufrir una nueva decepción por parte de él. Sólo más tarde decidirá investigar, descubriendo así el secreto de las visiones de Desmond y que suelen revelar una sentencia de muerte para Charlie.

Nuestro resignado vidente le cuenta la verdad sobre lo que le está ocurriendo a Charlie al hacerle entrega de un ejemplar de las aves marinas que ella se había empeñado en capturar. Claire tiene así la oportunidad de agradecer a su fiel amigo tanta dedicación por ella –la posibilidad de haberse visto arrastrado una y otra vez a la muerte en su defensa–, dedicación que a ella le había quedado oscurecida por las puntuales intervenciones de Desmond. Ambos colaboran finalmente en el envío por correo aéreo de una petición de socorro al mundo, intentando consolidar la esperanza de ser rescatados que, tras 80 días, aún tienen los supervivientes. Pero esta acción significa además para Charlie y Claire una especial opción conjunta por la esperanza, por vivir juntos el momento presente sin preocuparse por la posible muerte inminente que Desmond sigue anunciando. La joven que nunca desesperó de la posible recuperación de su madre no va a rendirse tan fácilmente en su relación con Charlie sólo por unas funestas visiones recurrentes. Ambos recurrirán a lo mejor de sí mismos para apoyarse mutuamente, luchando unidos ante cualquier peligro.

Mientras tanto Kate, que también ha visto volar a las aves marinas por el cielo de la isla (aunque sin reparar en las posibilidades imaginadas por Claire), tampoco se rinde en su empresa de salvar a Jack, a pesar de la trampa mortal que el equipo de rescate ha encontrado en el camino. El poblado Otro al que se dirigen Kate, Sayid y Locke –acompañados voluntariamente por Danielle e involuntariamente por Mikhail– está rodeado completamente por unos postes que contienen un dispositivo sónico capaz de terminar con todo ser vivo que se aventure a pasar entre ellos. Mikhail sufre directamente las consecuencias de esta sofisticada barrera de seguridad tras ser forzado a cruzarla por Locke. Pero la misma Kate Austen que, según los Otros, no ha sido considerada digna de figurar en la famosa lista del hombre excepcional que tanto respetan (¿Jacob?), porque es una persona que comete fallos y está furiosa, débil y asustada, es la que discurre una idea para cruzar la barrera sónica con ayuda del tronco de un árbol y se ofrece voluntaria para ser la primera en hacerlo.

La valiente muchacha no sabe la tremenda sorpresa que le espera al llegar a los barracones: su añorado amigo está jugando tan alegremente al balón con Tom, uno de sus guardianes. ¿Se habrá pasado Jack al bando de sus captores? La sufrida Danielle es mucho más consciente de la posible desilusión a la que se expone, tras pasarse 16 años separada de su hija. Álex pertenece, desde que fue secuestrada cuando era un bebé, a este otro grupo de personas y nadie sabe cómo reaccionará cuando se encuentre con una madre a la que desconoce totalmente. ¿Querrá dejar su hogar de toda la vida para estar con Danielle? ¿Será capaz de desarrollar cierto cariño hacia ella? El caso de Jack es menos drástico pues apenas ha pasado una semana desde que le trajeron de la Hydra, pero la verdad es que él mismo pidió a Kate que no volviera nunca a por él (3.7). ¿Descubrirán nuestros amigos que su doctor no quiere volver con ellos a la playa?

La posible sorpresa que nos depara Jack podría quizás rivalizar con los planes que anda tramando Locke, quien desde el inicio de la misión de rescate se viene comportando de la manera más rara. En este episodio sus diferencias con Sayid han ido subiendo de tono: con respecto a la opción de orientarse con ayuda del plano que muestra el cableado desde la Llama y con respecto al trato que deben dar al prisionero. Locke parece interesado por las revelaciones de éste en cuanto al medio de transporte utilizado por los Otros –un submarino–, y la posibilidad que tienen de salir de la isla aunque, según Mikhail, no les fuera ya posible regresar luego. Pero en cambio no parece muy contento de que el omnisciente ruso pueda revelar a sus compañeros el secreto que tan celosamente ha guardado desde que llegó a la isla. Es inquietante la insistencia de John en deshacerse del prisionero, hasta que finalmente lo empuja para comprobar sobre él el pernicioso efecto de los postes sónicos, pero poco después su actitud nos asombra aún más cuando descubrimos que también sabía muy bien lo que hacía cuando voló la estación de comunicaciones (3.11) y que ha optado por mentir repetidamente a sus compañeros sobre sus verdaderas intenciones. Este es el mismo Locke que creíamos incapaz de matar a nadie desde el episodio 3.3; mientras que Kate, la mujer que se nos ha presentado como pirómana y asesina [2.9], es la que en este episodio defiende con claridad la postura de que aquí nadie va a matar a nadie. Sayid ha mantenido firme su liderazgo en el grupo, apoyado por esta resolutiva joven, quien ha sabido tomar las decisiones oportunas cuando los otros dos se perdían en discusiones. Locke se ha mantenido por su parte en una cierta indiferente sumisión pero apuntando hacia una insumisión latente. La llegada de estos enrevesados personajes al corazón Otro de la isla promete interesantes revelaciones de ocultas intenciones e imprevisibles sorpresas.

Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- Abordamos en este episodio una nueva disyuntiva: la del miedo frente a la esperanza. Si hacerse a la idea de la posibilidad de un resultado positivo dinamiza mucho a la persona, disponiéndola a poner en acción todos sus recursos; cuando lo que predomina es la perspectiva de un resultado negativo la persona se paraliza, actuando sus pensamientos pesimistas como freno de toda posible creatividad activa. Claire vislumbra una posibilidad de rescate y moviliza a varias personas del campamento para poner en marcha su plan. Charlie sin embargo sopesa la posibilidad de su muerte inminente y se inhibe de toda iniciativa, intentando incluso convencer a Claire de que su propuesta no es una buena idea.

- Pero añadamos ahora un nuevo personaje y sus motivaciones al análisis de esta situación: El bueno de Desmond, aunque en cierto modo responsable de la decepción de la rubia mamá con su rockero, no desdeña acercarse él mismo a las peligrosas rocas para conseguir el ave que ella buscaba. Este hombre es consciente del peligro, pero sin dejar de salvar a Charlie ve también la importancia de apoyar el plan de Claire. Su acción está equilibrada entre la esperanza y el miedo, de forma que su deseo de colaborar a que la chica se sienta bien (y a que todos puedan ser rescatados) se combina con su voluntad de evitar la muerte de su protegido, dando como resultado el riesgo de su propia persona, la asunción heroica de una misión tras otra. Charlie es quien originalmente habría asumido heroicamente la captura del ave entre las rocas (y la salvación de Claire entre las aguas en el episodio 3.8), la diferencia es que ahora él sabe con certeza que en esa acción morirá y Desmond no sabe seguro lo que puede ocurrirle. La aparente cobardía de Charlie se transforma así en una elemental prudencia. Lo que tienen en común su actitud de retirada estratégica y la heroicidad de Desmond es el conocimiento de una muerte segura, lo que las diferencia es que en un caso se trata de la muerte propia y en el otro de la ajena. Veíamos que en general la esperanza moviliza y el miedo paraliza, pero cuando el valor que está en juego es tan sumamente importante como la vida de una persona, vemos a estas dos dinámicas equilibrarse. En un mismo acto concurren la esperanza de salvar al otro y el miedo de arriesgarse uno mismo, que dependiendo de la percepción de las posibilidades de ambos resultados dará un resultado u otro. En los dos extremos encontramos la seguridad de que se producirá la muerte propia (que tiende a anular la motivación de salvar al otro), mientras que la seguridad de que el otro morirá si uno mismo no actúa tiende a impulsar la acción heroica. Aunque Charlie y Desmond fueran igualmente valientes o cobardes. su diferente implicación en las certezas comunicadas por la recurrentes visiones de futuro acobardan al generoso músico mientras que impulsan una y otra vez a tomar acción al supuestamente cobarde escocés.

- Kate está igualmente movilizada por la esperanza de rescatar a Jack y su acción se hace especialmente urgente por la supuesta situación de peligro en que éste se encuentra. Sin embargo sería estúpido afrontar la muerte segura que supone atravesar directamente la barrera sónica, por lo que la misión se retrasa hasta que diseñan un instrumento para superarla con cierta seguridad. Danielle por su parte está esperanzada por recobrar a Álex, y esto es lo que la impulsa a seguir hacia adelante, pero la echa para atrás su miedo a que su hija no sea capaz de apreciarla y no quiera volver con ella. Álex no está en un peligro inminente por lo que Danielle no tiene tanta prisa como Kate en acercarse a los barracones.

- En distinto sentido se nos presenta la propuesta de Christian a Claire: desconectar a Carole de las máquinas que la mantienen viva, para no confundir la esperanza con la culpabilidad. En vez del miedo aparece este otro sentimiento negativo, que indica en este caso el miedo a sentirse mal con uno mismo, a ser castigado o incluso a autocastigarse quedándose anclado en un error del pasado e impidiendo que la vida siga su propio camino. Claire quiere mantener a su madre con vida, quizás por la esperanza de que un día pueda despertar o quizás porque aún no puede asumir su muerte, ya que se siente culpable del estado en que se encuentra. Pero también porque todavía necesita de ella, porque aún tiene que pasar muchas horas junto a su madre para poder curar su relación con ella, porque tiene verdaderos deseos de aprender a quererla de verdad y devolverle los desvelos que le hizo pasar, y también sencillamente porque es lo que le exigen las leyes de su país. ¿Qué pretendía realmente Christian? ¿Librarse de una carga económica? ¿Librar a su hija de una pesada carga emocional? No queda muy claro por qué hace el viaje desde América para hacer esta propuesta –y sabemos que el veterano doctor no es un modelo de padre precisamente– pero al menos puede computarse a su favor que respeta totalmente el deseo de su hija y se abstiene de llevar a cabo la iniciativa que había planeado, asumiendo de forma indefinida el coste de mantener con vida a Carole.

Amparo

sábado, 5 de enero de 2008

3.11. Introducir 77

Dos misteriosos gatos enlazan en este episodio el presente con el pasado: el gato de Amira, que había sido torturado con petardos por unos niños, y la gata de Mikhail, cuyo nombre es Nadia. Sayid no ha olvidado nunca a Nadia, por el amor que siente por ella, pero tampoco ha podido olvidar ninguno de los rostros de las personas que torturó en Iraq.

Amira, una de sus víctimas, reconoció en el cocinero Najeev de un restaurante de París al hombre que le había echado aceite hirviendo sobre los brazos. El deseo de venganza de Sami, su marido, convierte al ex-torturador en torturado, aquél al que con daños físicos de creciente intensidad e incluso amenazas de muerte se le pretende arrancar una confesión. Sayid confiesa enseguida su identidad y su antiguo oficio en la Guardia Republicana, pero en un principio prefiere ocultar su responsabilidad en las lesiones de Amira. Esta admirable mujer necesita de su antiguo verdugo un gesto personalizador que restaure la relación entre ellos al nivel que corresponde entre dos seres humanos, por eso quiere que él admita la verdad y le pida perdón. La aceptación por parte de su interrogador de que aquello fue horrible y de que le ha dejado casi tan profundamente afectado como a ella le parece suficiente para saldar la deuda y pasar página. Ella nunca ha querido una venganza que la convierta en agente de la violencia que ha aprendido a aborrecer. No quiere que ninguna criatura vuelva a vivir un horror similar ni la terrible secuela de no poder sentirse seguro nunca más. Nuestro ‘perdido’ iraquí le abre su corazón confesando que su rostro, junto al de muchas otras víctimas, se le hace a menudo presente cargándole de culpabilidad. El sincero intercambio entre ambos aportará paz al interior de estas dos personas.

El gato que, entre otros animales, recibe la visita de Sayid en la Llama, trae inmediatamente a la memoria de nuestro musulmán la mujer que en aquella ocasión le ofreció su perdón, en una sublime lección de respeto y de capacidad de reconciliación. Sayid no va a dejar por eso de analizar atentamente cada palabra, gesto y movimiento de su posible enemigo ni cada detalle de su entorno, pero desde una especial sensibilidad en contra de toda violencia innecesaria. Por eso le desagrada sobremanera que Kate golpee a la señora Klugh una vez que ha sido sometida –y más aún que la mate el propio Mikhail– y se verá inclinado a tratar con respeto a su prisionero.

El solitario ruso probablemente ha vivido durante su etapa en el ejército soviético experiencias similares a las de Sayid. Él mismo dice que tras años de haber llevado a cabo actos horribles contra sus enemigos se sintió atraído por un anuncio de la Iniciativa Dharma que ofrecía alistarse para salvar el mundo (aunque esta parte fuera mentira y la verdad es que fue reclutado por los Otros, probablemente al estilo de como lo fue Juliet [3.7]). Está claro que además de estar acostumbrado a herir (a Sayid) y a matar (a la señora Klugh) el hombre del parche en el ojo es experto en curar, lo que probablemente inspira gran respeto a nuestro iraquí. Ambos tienen también en común su habilidad en el campo de las telecomunicaciones, por lo que les va a ser fácil adivinarse mutuamente sus intenciones. El paralelismo entre ambos personajes queda subrayado por el nombre de Nadia, relacionado para los dos con una mujer especialmente admirada.

Tanto en el caso de Sami como en el de Mikhail, Sayid se encuentra ante alguien con quien tiene algo en común (nacionalidad y experiencia militar respectivamente), algo que en principio podría inspirarle una cierta camaradería, pero en ambos casos, una enemistad insuperable –por algo ocurrido en el pasado en contra de sus respectivos grupos o seres queridos– les separa irremisiblemente. Amira se yergue como testigo de la posibilidad de reconciliación, pero las hostilidades declaradas entre dos personas enemigas –o dos bandos enemigos– suelen levantar sospechas que impulsan apremiantes movimientos de ataque o defensa, sin dejar transcurrir el tiempo necesario para que cambie la perspectiva sobre esa persona que se percibe como una amenaza. Es el caso, por desgracia mucho más frecuente, que impulsa a Mikhail a disparar a Sayid antes de preguntar y a Sami a atacarle sin piedad aún sin poder estar totalmente seguro de su culpabilidad. Sayid, que ya ha aprendido mucho sobre el perdón muestra sin embargo frente al ruso una tendencia conciliatoria desde el principio, aún después de haber sido disparado.

El mismo tema de una enemistad que impulsa a atacar indiscriminadamente reaparece en el relato del ruso sobre la guerra –o purga– entre la gente de Dharma y los Hostiles. Los dos grupos que habitaban en la isla no pudieron convivir en paz sino que los Hostiles acabaron con la comunidad de científicos. Del mismo modo la posible interacción amistosa entre los supervivientes del avión siniestrado y los misteriosos Otros (u Hostiles) queda de nuevo abortada en una escaramuza que termina con un herido, un cadáver y un prisionero.

Sayid, además de una sorprendente capacidad de clemencia, demuestra en su aventura en la Llama su admirable arrojo, inteligencia y generosidad. Se arriesga como voluntario a acercarse para un reconocimiento más cercano de la extraña granja y de su habitante, para luego aguantar estoicamente un disparo en el brazo, la extracción de la bala y el pinchazo de los puntos, siendo consciente todo el rato de la mentira que está representando su provisional ‘doctor’. Locke, por su parte, nos sorprende dedicándose completamente a lo suyo y olvidando que forma parte de un equipo (que normalmente tiende a querer liderar). En vez de interesarse por el que parece ser un representante de la Iniciativa Dharma y por la información que se podría obtener de él (como hacen Kate y Sayid y se podría esperar especialmente de Locke), se obsesiona con ganar el juego de ajedrez al que es invitado por un ordenador. El ajedrez simboliza de nuevo la terrible oposición a muerte entre grupos que comparten un terreno común, pero que en vez de colaborar pelean incansablemente por hacerse con el poder, aunque esto suponga que ambos bandos queden en su mayoría esquilmados.

De hecho, la perseverancia de Locke en su intento de ganar este juego resulta finalmente destructiva: se ve recompensada con nuevas instrucciones –en su mayoría obsoletas– del Dr. Candle (o como se llame este hombre en realidad), de las cuales sólo una parece seguir vigente, “si ha habido una incursión hostil en la estación, introducir 77”. Este código al parecer activa las cargas explosivas que alguien ha dispuesto por toda la estación. Cuando John se acerca al ordenador para jugar al ajedrez se muestra claramente una cámara fijada en lo alto de la pared cuyo piloto rojo indica que está activa. Es posible que alguno de los Otros u otra persona diferente esté vigilando en directo esta habitación de la Llama e incluso sea capaz de operar el ordenador a distancia, jugando la partida de ajedrez contra Locke mientras le deja creer que está jugando contra una máquina (Mikhail le comenta que el ordenador a veces hace trampas). Este supuesto observador podría también haber hecho que John accediera a las instrucciones del Dr. Candle y de este modo haber inducido que el ex-paralítico hiciera explotar la estación de comunicaciones.

Locke destruye así toda posibilidad de aprovechar el valioso equipamiento, suministro, animales e información de la recién descubierta estación Dharma. Sus acciones desconciertan de nuevo a Sayid, que desde el principio de esta temporada no acaba de aclararse con el tipo de liderazgo que está ejerciendo el calvo explorador, empezando ya en este mismo episodio a cuestionar la racionalidad de que estuvieran siguiendo el rumbo marcado en el bastón de Eko. Se trata en este caso de una divergencia entre amigos que en principio están en el mismo bando, pero que podría conducirles a todo tipo de conflictos en el futuro.

Mientras tanto los supervivientes que esperan en la playa han encontrado una manera pacífica de resolver un conflicto que enfrentaba a Sawyer con el resto de la comunidad, obligándole a compartir sus cosas con todo el campamento y, lo que para él es aún más difícil, a desistir por una semana de aplicar apodos ofensivos a diestro y siniestro. El que en su momento se autoproclamó “nuevo sheriff del pueblo” (2.13) vuelve a encontrarse destituido del poder que él cree obtener por medio de sus posesiones. Enormemente preocupado por la ausencia de Kate, James tendrá que aprender a ser uno más en la comunidad sin ningún tipo de ventajas o prerrogativas. Tampoco podrá expresar su agresividad o sentido de superioridad con sus insultos. Hurley, siguiendo las huellas de Jack (2.17) ha utilizado su habilidad como jugador de ping-pong para poner al rebelde sureño en su sitio y no dejarle aprovecharse de la gente.


Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- El tema principal de este episodio es la hostilidad entre enemigos y la posibilidad de superarla en un cierto respeto y entendimiento mutuo. La postura ideal está representada en la intervención de Amira en defensa del gato, que aún a veces araña a su salvadora, y a favor de perdonar a su antiguo agresor, siempre que éste reconozca y aborrezca lo que hizo. Este ejemplo influirá en la tendencia de Sayid a superar el rencor y a tratar con clemencia a sus enemigos, aunque le acaben de disparar o le amenacen con matarle en cuanto se descuide (como vimos en 2.8 con respecto a Ana y en este episodio con respecto a Mikhail, aunque en 2.14 y 2.18 había recaído en su tendencia a torturar a un prisionero). Es importante constatar cómo el paso de reconocer la verdad de los hechos es importante en el proceso de reconciliación: no se trata de olvidar lo que pasó sino de reconocer juntos que fue algo horrible que produce secuelas tanto en el torturador como en el torturado, de comprometerse juntos a impedir que algo así vuelva a ocurrir. Es triste sin embargo que Amira no considera la posibilidad de que Sami también perdone a Sayid; su marido parece entregado a la idea de vengar el dolor que vivió su mujer y la terrible inseguridad que la acosa desde entonces.

- La influencia del perdón de Amira llega mucho más allá de aquella habitación en París. Sayid se verá impulsado desde entonces a perdonar como fue perdonado. Cada perdón responde así a una larga cadena de perdones: cuando uno reconoce que hace muchas cosas mal y siente el alivio de haber sido perdonado experimenta una mayor inclinación a ser clemente con los fallos de los demás. Por eso cada pequeño gesto de perdón puede tener un alcance inusitado. Pero del mismo modo que el perdón engendra perdón la violencia engendra violencia, como ocurre en este episodio en el caso de Sami.

- Por otra parte hemos visto que Mikhail quería ser bueno y ayudar a salvar el mundo tras haber hecho daño a muchos enemigos en la guerra. Se resiste a matar a su compañera, que prefiere morir a traicionar a su gente. Ese sentido de la obligación con respecto a una causa mayor es la que al final prevalece y le fuerza a disparar a la señora Klugh. Es difícil juzgar a este nuevo personaje sin conocer bien su contexto, pero su solicitud en curar a Sayid, en sacarle la misma bala que él mismo le había incrustado, indica que no es tan mala persona. Por otro lado tenemos la fría indiferencia de Danielle, que no se implica con ninguno de los dos bandos y ante un posible peligro pasa de ayudar a los que han buscado su alianza en una tarea de rescate. Aliados que se esfuman, enemigos que se curan, amigos que se matan, una estación preprogramada para autodestruirse, haciendo volar por los aires todos sus valiosos recursos... todas ellas son distintas formas de afrontar conflictos, por supuesto de muy diversa importancia y gravedad. La serie nuevamente nos ofrece interesantes paradojas que nos invitan a abrir nuestros ojos y mirar de una manera nueva las aparentes amistades o enemistades que nos rodean.

Amparo