miércoles, 16 de enero de 2008

3.12. Par avion (correo aéreo)

La joven Claire afronta en el flashback de este episodio una de las experiencias más terribles de su pasado. Un accidente de automóvil produce un traumatismo cerebral a su madre, quien entra en un coma probablemente irreversible. Claire, en plena etapa gótica y rebelde, se peleaba con su madre –deseándole incluso la muerte– momentos antes de estampar el coche que conducía contra un poste. Un angustioso sentimiento de culpabilidad acosará a nuestra joven protagonista hasta que algún tiempo después sea capaz de pedir perdón a su madre, aún inconsciente. Ya embarazada de su hijo Aaron, la muchacha se da cuenta de lo difícil que debió ser para Carole convertirse en madre soltera, sabiendo además que el padre de su bebé estaba con su otra familia al otro lado del océano. Claire admira y agradece que su madre decidiera criarla, aunque siente no haber reconocido a tiempo los desvelos y sufrimientos que le hizo pasar y no haberla compensado con más cariño y complicidad en vez de convertirse en un continuo quebradero de cabeza para ella. Quizás desanimada por la experiencia de Carole, a quien posiblemente –en su opinión– tanto sacrificio por una hija tan difícil y desagradecida nunca debió merecerle la pena, Claire tiene muy claro que dará en adopción el bebé que está esperando (no sabe aún que el accidente –o el destino– la obligará a quedarse con él [1.10, 1.20], aunque sabemos que finalmente aceptará su maternidad encantada [2.15]). De todas formas su paso por esta terrible experiencia ha cambiado mucho a la joven australiana: en unos meses se ha transformado como de la noche (pelo oscuro, ropa y calzado estrictamente negros) al día (con su original melena rubia y ropa mucho más clara). Lo que no obsta para que sus ojos profundamente azules hayan sido testigos todo el tiempo de la ternura y cariño que ha albergado siempre en el fondo esta muchacha.

Al abrirse estos azules ojos esta mañana han encontrado una realidad mucho más risueña –aun despertándose en la misteriosa isla– que todo lo que la vida les deparaba en el flashback. Tras unos días en que ha estado meditativo y solitario (desde la funesta noticia que le comunicó Desmond en el episodio 3.8), Charlie le ha preparado a su chica para el desayuno un encuentro romántico en la playa. Esta posibilidad de despertar cada mañana y dejarse sorprender por toda la novedad que nos trae cada día, es sin embargo lo que ya nunca más podrá vivir Carole. Aunque su hija no había renunciado por eso a visitarla, esperando quizás poder darle también un día una similar alegría (a la que Charlie le tenía preparada esta mañana), pero suponiendo al menos que su compañía le haría sentir de algún modo algo más de calor humano. Las numerosas estancias con su madre en el hospital fueron también ocasión para que la futura superviviente del vuelo 815 aprendiera algo sobre el estudio científico de las migraciones de aves marinas. Precisamente una bandada de aves migratorias está cruzando la isla en estos días y será Claire la que se dé cuenta de que se encuentran ante una oportunidad única para contactar con el mundo exterior.

Sun y Jin se prestan en seguida a colaborar en la captura del ave mensajera, pero, curiosamente, Desmond y Charlie parecen empeñarse en impedirlo. El joven rockero parecía haber superado su crisis existencial desde que con Hurley obtuvo una victoria sobre la muerte en la furgoneta de Dharma (3.10). En aquel episodio había preguntado a su particular vidente cómo sería su próxima muerte, pero éste le hizo saber que la cosa no era así de fácil. En este episodio, sin embargo, Desmond ha optado por contar con el propio Charlie para salvarle y, de pronto, éste ha olvidado su lema de vivir el instante, prefiriendo refugiarse en fingimientos para huir de la compañía de Claire, que le está resultando tan letal. El pobre ex-drogadicto, tan lleno de generosidad y de ganas de hacer cualquier cosa por la joven que ama, se ve inclinado a apartarse de ella y a comportarse cobardemente, por evitar una muerte segura. Las predicciones del escocés están acabando con lo que él verdaderamente quiere ser, convirtiéndole en todo lo contrario. Hurley estuvo muy acertado cuando le aconsejó afrontar el peligro cara a cara, como la única manera de volver a sentirse bien consigo mismo (3.10). Sólo que entonces nadie había predicho con claridad el desenlace de tan arriesgada apuesta.

El talante reivindicativo de Claire exige una clarificación por este extraño comportamiento de dos personas que hasta ahora más bien habían estado de su parte: su mejor amigo en la isla y su reciente salvador de las aguas (3.8). La muchacha no entiende por qué las personas en quién más le gustaría confiar le fallan una y otra vez. Su padre –quien resulta ser nada menos que Christian Shepard– la abandonó cuando aún no tenía tres años, influenciado sobre todo por su tía Lindsey, quien parecía odiarlo con todas sus fuerzas. La buena de Carole prefirió decir a su hija que su padre había muerto y no volver a contactar con el doctor americano casado que en su día la dejó embarazada. Poco después de salir de la adolescencia Claire pierde además a su madre (prácticamente) en el accidente de coche y después es Tomas, su propio novio, quien la deja sola tras parecer por un tiempo que se interesaba por la relación y por el futuro bebé de ambos (1.10). Christian al menos se hizo cargo de los gastos médicos de su madre en coma, pero Claire rechazó una relación más estrecha con este hombre tras oir sus consejos con respecto a la desconexión de los aparatos que soportan la vida de Carole. La muchacha encontró cierto consuelo en acompañar a su ausente madre, en visitarla, contarle sus cosas, ver con ella la tele. Estando casi totalmente sola en la vida, su frustrada relación materno-filial y su experiencia similar con un embarazo imprevisto la habían unido fuertemente a esta mujer ahora inconsciente, esperando que realmente pudiera escuchar sus palabras y recibir un consuelo similar al que ella buscaba en sus visitas.

Pero la joven que, una vez sola en la vida, subió en Sydney al avión de Oceanic se encontró, al sobrevivir al accidente en la isla, perteneciendo a una gran familia. Muchos compañeros están dispuestos a echarle una mano en la tarea de cuidar al pequeño Aaron, pero especialmente Charlie ha querido compartir con ella esa responsabilidad, incluso a veces de forma algo exagerada (2.6, 2.12). La joven madre, acostumbrada a ser abandonada ante las dificultades, tiene tendencia a creer que cuando pida algo nadie la va a apoyar. Por eso le disgusta mucho la extraña actitud de Charlie y vuelve a alejarle de su lado, no dispuesta a sufrir una nueva decepción por parte de él. Sólo más tarde decidirá investigar, descubriendo así el secreto de las visiones de Desmond y que suelen revelar una sentencia de muerte para Charlie.

Nuestro resignado vidente le cuenta la verdad sobre lo que le está ocurriendo a Charlie al hacerle entrega de un ejemplar de las aves marinas que ella se había empeñado en capturar. Claire tiene así la oportunidad de agradecer a su fiel amigo tanta dedicación por ella –la posibilidad de haberse visto arrastrado una y otra vez a la muerte en su defensa–, dedicación que a ella le había quedado oscurecida por las puntuales intervenciones de Desmond. Ambos colaboran finalmente en el envío por correo aéreo de una petición de socorro al mundo, intentando consolidar la esperanza de ser rescatados que, tras 80 días, aún tienen los supervivientes. Pero esta acción significa además para Charlie y Claire una especial opción conjunta por la esperanza, por vivir juntos el momento presente sin preocuparse por la posible muerte inminente que Desmond sigue anunciando. La joven que nunca desesperó de la posible recuperación de su madre no va a rendirse tan fácilmente en su relación con Charlie sólo por unas funestas visiones recurrentes. Ambos recurrirán a lo mejor de sí mismos para apoyarse mutuamente, luchando unidos ante cualquier peligro.

Mientras tanto Kate, que también ha visto volar a las aves marinas por el cielo de la isla (aunque sin reparar en las posibilidades imaginadas por Claire), tampoco se rinde en su empresa de salvar a Jack, a pesar de la trampa mortal que el equipo de rescate ha encontrado en el camino. El poblado Otro al que se dirigen Kate, Sayid y Locke –acompañados voluntariamente por Danielle e involuntariamente por Mikhail– está rodeado completamente por unos postes que contienen un dispositivo sónico capaz de terminar con todo ser vivo que se aventure a pasar entre ellos. Mikhail sufre directamente las consecuencias de esta sofisticada barrera de seguridad tras ser forzado a cruzarla por Locke. Pero la misma Kate Austen que, según los Otros, no ha sido considerada digna de figurar en la famosa lista del hombre excepcional que tanto respetan (¿Jacob?), porque es una persona que comete fallos y está furiosa, débil y asustada, es la que discurre una idea para cruzar la barrera sónica con ayuda del tronco de un árbol y se ofrece voluntaria para ser la primera en hacerlo.

La valiente muchacha no sabe la tremenda sorpresa que le espera al llegar a los barracones: su añorado amigo está jugando tan alegremente al balón con Tom, uno de sus guardianes. ¿Se habrá pasado Jack al bando de sus captores? La sufrida Danielle es mucho más consciente de la posible desilusión a la que se expone, tras pasarse 16 años separada de su hija. Álex pertenece, desde que fue secuestrada cuando era un bebé, a este otro grupo de personas y nadie sabe cómo reaccionará cuando se encuentre con una madre a la que desconoce totalmente. ¿Querrá dejar su hogar de toda la vida para estar con Danielle? ¿Será capaz de desarrollar cierto cariño hacia ella? El caso de Jack es menos drástico pues apenas ha pasado una semana desde que le trajeron de la Hydra, pero la verdad es que él mismo pidió a Kate que no volviera nunca a por él (3.7). ¿Descubrirán nuestros amigos que su doctor no quiere volver con ellos a la playa?

La posible sorpresa que nos depara Jack podría quizás rivalizar con los planes que anda tramando Locke, quien desde el inicio de la misión de rescate se viene comportando de la manera más rara. En este episodio sus diferencias con Sayid han ido subiendo de tono: con respecto a la opción de orientarse con ayuda del plano que muestra el cableado desde la Llama y con respecto al trato que deben dar al prisionero. Locke parece interesado por las revelaciones de éste en cuanto al medio de transporte utilizado por los Otros –un submarino–, y la posibilidad que tienen de salir de la isla aunque, según Mikhail, no les fuera ya posible regresar luego. Pero en cambio no parece muy contento de que el omnisciente ruso pueda revelar a sus compañeros el secreto que tan celosamente ha guardado desde que llegó a la isla. Es inquietante la insistencia de John en deshacerse del prisionero, hasta que finalmente lo empuja para comprobar sobre él el pernicioso efecto de los postes sónicos, pero poco después su actitud nos asombra aún más cuando descubrimos que también sabía muy bien lo que hacía cuando voló la estación de comunicaciones (3.11) y que ha optado por mentir repetidamente a sus compañeros sobre sus verdaderas intenciones. Este es el mismo Locke que creíamos incapaz de matar a nadie desde el episodio 3.3; mientras que Kate, la mujer que se nos ha presentado como pirómana y asesina [2.9], es la que en este episodio defiende con claridad la postura de que aquí nadie va a matar a nadie. Sayid ha mantenido firme su liderazgo en el grupo, apoyado por esta resolutiva joven, quien ha sabido tomar las decisiones oportunas cuando los otros dos se perdían en discusiones. Locke se ha mantenido por su parte en una cierta indiferente sumisión pero apuntando hacia una insumisión latente. La llegada de estos enrevesados personajes al corazón Otro de la isla promete interesantes revelaciones de ocultas intenciones e imprevisibles sorpresas.

Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- Abordamos en este episodio una nueva disyuntiva: la del miedo frente a la esperanza. Si hacerse a la idea de la posibilidad de un resultado positivo dinamiza mucho a la persona, disponiéndola a poner en acción todos sus recursos; cuando lo que predomina es la perspectiva de un resultado negativo la persona se paraliza, actuando sus pensamientos pesimistas como freno de toda posible creatividad activa. Claire vislumbra una posibilidad de rescate y moviliza a varias personas del campamento para poner en marcha su plan. Charlie sin embargo sopesa la posibilidad de su muerte inminente y se inhibe de toda iniciativa, intentando incluso convencer a Claire de que su propuesta no es una buena idea.

- Pero añadamos ahora un nuevo personaje y sus motivaciones al análisis de esta situación: El bueno de Desmond, aunque en cierto modo responsable de la decepción de la rubia mamá con su rockero, no desdeña acercarse él mismo a las peligrosas rocas para conseguir el ave que ella buscaba. Este hombre es consciente del peligro, pero sin dejar de salvar a Charlie ve también la importancia de apoyar el plan de Claire. Su acción está equilibrada entre la esperanza y el miedo, de forma que su deseo de colaborar a que la chica se sienta bien (y a que todos puedan ser rescatados) se combina con su voluntad de evitar la muerte de su protegido, dando como resultado el riesgo de su propia persona, la asunción heroica de una misión tras otra. Charlie es quien originalmente habría asumido heroicamente la captura del ave entre las rocas (y la salvación de Claire entre las aguas en el episodio 3.8), la diferencia es que ahora él sabe con certeza que en esa acción morirá y Desmond no sabe seguro lo que puede ocurrirle. La aparente cobardía de Charlie se transforma así en una elemental prudencia. Lo que tienen en común su actitud de retirada estratégica y la heroicidad de Desmond es el conocimiento de una muerte segura, lo que las diferencia es que en un caso se trata de la muerte propia y en el otro de la ajena. Veíamos que en general la esperanza moviliza y el miedo paraliza, pero cuando el valor que está en juego es tan sumamente importante como la vida de una persona, vemos a estas dos dinámicas equilibrarse. En un mismo acto concurren la esperanza de salvar al otro y el miedo de arriesgarse uno mismo, que dependiendo de la percepción de las posibilidades de ambos resultados dará un resultado u otro. En los dos extremos encontramos la seguridad de que se producirá la muerte propia (que tiende a anular la motivación de salvar al otro), mientras que la seguridad de que el otro morirá si uno mismo no actúa tiende a impulsar la acción heroica. Aunque Charlie y Desmond fueran igualmente valientes o cobardes. su diferente implicación en las certezas comunicadas por la recurrentes visiones de futuro acobardan al generoso músico mientras que impulsan una y otra vez a tomar acción al supuestamente cobarde escocés.

- Kate está igualmente movilizada por la esperanza de rescatar a Jack y su acción se hace especialmente urgente por la supuesta situación de peligro en que éste se encuentra. Sin embargo sería estúpido afrontar la muerte segura que supone atravesar directamente la barrera sónica, por lo que la misión se retrasa hasta que diseñan un instrumento para superarla con cierta seguridad. Danielle por su parte está esperanzada por recobrar a Álex, y esto es lo que la impulsa a seguir hacia adelante, pero la echa para atrás su miedo a que su hija no sea capaz de apreciarla y no quiera volver con ella. Álex no está en un peligro inminente por lo que Danielle no tiene tanta prisa como Kate en acercarse a los barracones.

- En distinto sentido se nos presenta la propuesta de Christian a Claire: desconectar a Carole de las máquinas que la mantienen viva, para no confundir la esperanza con la culpabilidad. En vez del miedo aparece este otro sentimiento negativo, que indica en este caso el miedo a sentirse mal con uno mismo, a ser castigado o incluso a autocastigarse quedándose anclado en un error del pasado e impidiendo que la vida siga su propio camino. Claire quiere mantener a su madre con vida, quizás por la esperanza de que un día pueda despertar o quizás porque aún no puede asumir su muerte, ya que se siente culpable del estado en que se encuentra. Pero también porque todavía necesita de ella, porque aún tiene que pasar muchas horas junto a su madre para poder curar su relación con ella, porque tiene verdaderos deseos de aprender a quererla de verdad y devolverle los desvelos que le hizo pasar, y también sencillamente porque es lo que le exigen las leyes de su país. ¿Qué pretendía realmente Christian? ¿Librarse de una carga económica? ¿Librar a su hija de una pesada carga emocional? No queda muy claro por qué hace el viaje desde América para hacer esta propuesta –y sabemos que el veterano doctor no es un modelo de padre precisamente– pero al menos puede computarse a su favor que respeta totalmente el deseo de su hija y se abstiene de llevar a cabo la iniciativa que había planeado, asumiendo de forma indefinida el coste de mantener con vida a Carole.

Amparo

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