martes, 6 de noviembre de 2007

3.6. Sí, quiero

Kate está bastante asustada desde que sabe que Sawyer le oculta algo, muy extrañada de que su conspirador amigo haya dejado de conspirar para escapar de las jaulas (3.4). De hecho ha renunciado a escapar sola de allí por no renunciar a que puedan escapar juntos los dos, o incluso los tres con Jack, aunque no sabe cómo: sólo cuenta con la baza de su capacidad (que ella cree desconocida para los Otros) de salir de la jaula en cualquier momento e intenta controlar lo más posible la situación impidiendo que la separen de Sawyer, porque se teme lo peor con respecto a lo que Pickett tiene pensado hacer con él. Mientras, el castigado James pasa de planes de fuga y expresa su actitud improductiva tirando piedras al mecanismo de su jaula que activa el aviso de “Alerta”, sin accionar las palancas que dan lugar a que salga del mismo comida y agua. El contraste es enorme con los episodios primeros en los que estaba volcado en la adivinación de las claves de su entorno y en la elaboración de planes para controlarlo (3.1, 3.2 y 3.4). El caso es que si ninguno de los dos prepara un plan no va a ser tan fácil que escapen de su prisión porque sí. ¿Tendrá que ser Jack el que dé los pasos necesarios para liberarse y liberar a sus amigos?

Jack ha sido mantenido aparte y está negociando su suerte por separado. Si opera a Ben de su tumor en la columna vertebral el jefe de los otros le dejará irse de la isla (3.2, 3.5). Pero Jack no se fía ni un pelo de esta gente y se niega a operarle. No parece tener ningún plan alternativo, sencillamente no va a seguirles el juego ni a Ben ni a Juliet. Su única arma en este momento es echarle en cara a Ben lo poquito que va a durar, ser capaz de reírse en las narices de su enemigo. Mas su risa no dura mucho cuando se da cuenta de que los expertos manipuladores que son sus carceleros tienen nuevas cartas que jugar contra él: pues no dudan en recurrir a su debilidad por Kate (y a la de ésta por Sawyer).

Tras cinco días de prisión en los que no ha sabido nada de Kate (pero sí ha oído cómo torturaban a Sawyer, 3.4) ve de pronto cómo su amiga es introducida por Juliet en la estancia contigua a la suya. Separado de ella por un terco cristal, Jack trata de absorber con sus ojos el rostro tan querido, intentando adivinar en su gesto y en su voz si ella está sufriendo algún tipo de maltrato. Kate se acerca lo más que puede a su querido doctor, intentando instintivamente alcanzarle con sus manos, pero una terrible preocupación la atenaza y rompe a llorar frente a Jack. La joven no puede menos que suplicarle, como le han pedido, que opere a Ben para que los dejen marchar, pero sobre todo para evitar que Pickett acabe con Sawyer. Jack, a pesar de su deseo de seguir hablando con Kate, se niega a participar en este juego. Por eso no quiere que ella se quede ni un segundo más y se niega a escucharla.

Juliet ha conducido a Kate a la celda subacuática de Jack cubriéndole la cabeza con un saco, pues no quiere que conozca los pasadizos subterráneos que le permitirían encontrar al doctor y ayudarle a salir, en caso de que se lo planteara. Lo que la inflexible guardiana no sabe es que los guionistas (o montadores) del episodio han aprovechado el paseo de nuestra protagonista enmascarada por el saco para presentarnos en un flashback el día en que cubierta por su blanco velo de novia se unía en (breve) matrimonio a su amado Kevin. La yuxtaposición de escenas produce en el espectador la impresión de un paralelismo entre el encuentro entre Jack y Kate y el momento de aquella boda, a pesar de las enormes diferencias entre las dos situaciones. Una vez que Kate, quizás tan nerviosa de ver por fin a Jack como ‘Monica’ lo estaba de casarse, es despojada del saco no le espera el beso de los recién casados sino la imposibilidad de contacto físico entre dos personas que se quieren pero están separadas por una pared de cristal. El sufrimiento de ambos es patente, a pesar del alivio de poder verse al fin, pero una comunicación auténtica entre ellos se ha hecho imposible. El juego de luces establece unos interesantes reflejos, de modo que la imagen de cada uno de ellos aparece superpuesta a la imagen del otro, como si en una dimensión diferente hubieran conseguido estar de verdad juntos, casi fusionarse el uno en el otro. Pero esta ilusión es algo sumamente etéreo, un intenso deseo cruelmente truncado.

Durante su unión en matrimonio con Kevin, mientras todo el mundo alababa su sinceridad, Kate mentía disimuladamente. Su “sí, quiero”, aunque expresado con toda convicción y con el deseo de que esta realidad alternativa que prometía ser tan feliz llegara a cuajar, estaba aquejado de una grave falsedad: Kate se ponía en el papel de una persona ficticia que no iba a ser capaz de encarnar. La razón de este desatino: su miedo a ser capturada conjugado con su deseo de volver a llevar una vida normal. Sin embargo en la isla se ha despojado de todas las caretas, se ha presentado con su nombre propio y todos conocen su problema con la ley. Es la verdadera Kate la que se presenta ante Jack en el acuario de la estación Hydra, pero esta vez otros miedos imponen la impenetrable barrera entre ellos: el temor de cada uno de ellos por la seguridad del otro, el miedo a la enrevesada manipulación de sus captores y sobre todo la angustia de Kate por la vida de Sawyer, especialmente amenazada. Si el temor al implacable Edward Mars acabó disolviendo el matrimonio de Kate con Kevin, ahora es el temor al implacable Ben Linus, junto con sus socios Juliet y Pickett, el que va a imponer la separación entre Kate y Jack.

De vuelta a las jaulas y alertada por la observación de Juliet de que no había conseguido ayudarles, Kate decide, un tanto desesperada, intentar de nuevo la huída, aunque sabe que Sawyer se niega a escapar por alguna extraña razón. Tras salir trepando de su prisión y romper el candado de la de su compañero, éste finalmente accede a contarle que no sólo están confinados por estos barrotes, sino que se encuentran en una pequeña isla de la que no podrán salir tan fácilmente. Uno pensaría que es mejor intentar al menos esconderse en la maleza que quedarse en las jaulas esperando a que vengan a matarte, pero Sawyer quizás está teniendo en cuenta cómo acabó el similar intento de fuga que hizo con Karl (3.1). Por eso, o simplemente por los muchos golpes recibidos parece haber perdido la capacidad de luchar y la esperanza de escapar. De modo que lo único que le importa ya es que Kate no se derrumbe.

Y si entre Jack y Kate ha prevalecido la invisible barrera separadora, entre Kate y Sawyer desaparece súbitamente toda barrera. Tras la terrible tensión y sufrimientos compartidos en los últimos días y la angustia de que su amigo está amenazado de una muerte inminente, al saber que James ha preferido ocultarle su desesperanza para mantenerla a ella animada, Kate se conmueve y le besa apasionadamente. Sorprendidos por la efusión de sus sentimientos mutuos, nunca antes realmente confesados, olvidan el peligro que corren y se centran sólo en amarse, quién sabe si por primera y última vez.

Por tercera vez en este episodio, Kate se encuentra en un momento decisivo ante a un hombre que la quiere. Esta vez, consumado ya el amor entre ellos, escucha de labios de él la pregunta de si ella le ama. El nombre “Pecas” no es ahora un alias que la esconde sino el apelativo que revela la identidad más entrañable de Kate. El hombre que la interpela es ahora alguien que la conoce y que la quiere tal como es, un amigo por el que ha renunciado a huir, su compañero a quien no puede dejar atrás (cosa que no pudo hacer por Kevin). ¿Es su beso de respuesta el esperado “sí, te quiero” (su definitivo “I do”), o está aún nuestra pecosa aplazando tan comprometida cuestión?

Sea cual sea el significado definitivo de ese beso, la situación y la postura de ambos lanzan un mensaje definitivo al pobre doctor que accidentalmente (o no tanto) ha visto el interior de la jaula desde los monitores del puesto de vigilancia de los Otros. Ante esta novedad (que huele a una última vuelta de tuerca por parte de sus manipuladores), Jack anuncia que operará a Ben por la mañana, a cambio de poder salir de esta isla en la que ya no tiene motivos para permanecer (algo así dijo Sawyer en su momento como razón para embarcar en la balsa en el episodio 1.22).

Por la mañana Pickett despierta a los tortolitos en la jaula con un sólo objetivo: cargarse a ese tipejo insolente que le ha caído tan mal desde el primer momento. Y quiere que Kate sufra lo más posible viéndole morir, porque así es como desea vengar su dolor por la muerte de su mujer Colleen (3.4). Aunque intentan defenderse, Sawyer es nuevamente sometido bajo la amenaza de que Kate reciba algún daño (como en 3.2 y 3.4) y se dispone a morir sin pelear para salvar a su pecosa. Pero cuando ya los dos amantes creen que el mortal disparo es inminente, el bueno de Jack irrumpe de forma providencial, dándoles a conocer el plan de fuga que tan astutamente había ideado.

Y es que Jack, después de todo, no se ha dejado llevar sólo por sus sentimientos de desilusión o despecho, sino que, altruistamente, ha forjado un plan para liberar a Kate junto con el hombre al que ella ama y por el que tanto está sufriendo. Tras practicar una incisión mortal a su paciente les concede una hora para escapar, de modo que sólo si en ese tiempo oye por el walkie-talkie que ellos están suficientemente alejados, se avendrá a reparar el daño en el anestesiado Ben (lástima que Jack al diseñar su plan no sabía que se hallan en una isla distinta de la suya y mucho más pequeña). El hombre que en el episodio 3.1 no lograba poder aceptar que la mujer que amaba se fuera con otro hombre, pretende ahora generosamente poner en libertad a Kate, su nuevo amor, junto a su rival. Mientras que el que siempre alegaba la máxima de “sálvese quién pueda” y de no dejarse debilitar por el cariño a nadie (3.4), se ha puesto voluntariamente de rodillas para una inminente ejecución por salvar a su amada. Finalmente, la mujer que ocasionó sin querer en su huida la muerte de su mejor amigo de la infancia (1.22) y abandonó incluso a su marido por escapar de la justicia, se encuentra ante la imposibilidad moral de escapar de una dificilísima situación de cautiverio, sencillamente porque no puede plantearse abandonar ni a su nuevo amante ni a su mejor amigo. Nuestros tres protagonistas, totalmente cambiados al final de los seis largos días de prisión, afrontan valientemente, cada uno a su modo, el momento culminante de semejante pesadilla.

Mientras el drama de estas tres personas se desarrolla en la pequeña isla, en la isla mayor John quiere descubrir el sentido de la muerte de Eko y parece encontrarlo en el mensaje que descubre en el bastón de éste al intentar clavarlo como cabecero de su tumba. Hemos visto también en el campo de trabajo de los prisioneros a la joven Alex, siempre sorprendente, siendo detenida por su propio grupo mientras buscaba desesperada a su novio, al que ya casi cree muerto. Estas pequeñas historias de búsqueda apoyan la trama principal de este episodio, que, recogiendo casi todas las anteriores de esta temporada, avanza hacia una resolución inminente de la subtrama de los prisioneros.


Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- Kate se ha enamorado de un joven policía hasta el punto de estar dispuesta a casarse con él, ocultándole su nombre y su pasado para que no sepa que es una fugitiva. Durante unos meses vive el ensueño de haber encontrado por fin su sitio en el mundo, la paz y la felicidad con la persona que ama. Pero es imposible mantener el engaño por toda una vida. De hecho el breve idilio de Kate con Kevin recuerda al breve idilio de Sawyer con Cassidy (2.13 y 3.4), aunque son de signo casi completamente opuesto. Ambos al engañar a sus amantes se engañan a sí mismos: Kate porque quiere ser una buena esposa sin querer aceptar que, en un principio, su pasado no se lo permite; Sawyer porque quiere seguir siendo una mala persona y timar a su víctima sin aceptar que se ha enamorado de verdad de ella y que lo que más desea es rehacer su vida olvidando su pasado. Con quien Kate no puede ser sincera y buena esposa es precisamente con un policía, puesto que pone a éste en una situación imposible; Sawyer, por su parte, con quien no puede ser malo es con una mujer que le acepta como es y quiere ser timadora como él. Ambos se encuentran en un contrasentido: la fugitiva no puede convivir con un policía y el timador no puede timar a su aprendiz de timadora de quien se ha enamorado. Pero si la relación de Kate (es decir, Monica) y Kevin no va a ningún sitio y como tal es estéril, la de Sawyer y Cassidy sí que prometía en el fondo, y como tal, es capaz de engendrar un bebé, expresión de esa posibilidad de futuro. Kate rehúye la relación para mantener su libertad, mientras que Sawyer precisamente acaba prisionero al rechazar la relación timando a su pareja. Lo que estas dos personas necesitaban es la posibilidad de establecer una relación basada en la sinceridad y la confianza mutua, y si antes del accidente de avión su historia previa les dificultaba mucho encontrar una persona adecuada, ahora en la isla les ha sido puesta la ocasión en bandeja.

- El conjunto de los seis primeros episodios de esta temporada nos ha mostrado cómo los tres prisioneros, debido a las dificultades que han tenido que afrontar, pero sobre todo debido a la enorme solidaridad que se ha forjado entre ellos, han podido sublimar las más persistentes flaquezas que les atenazaban durante su pasado. Lo curioso es que estas transformaciones obedecen probablemente también en grandes rasgos a lo planeado por Ben para lo que él pensaba que serían dos semanas: recordemos su conversación con Kate durante un desayuno en la playa (3.1), su charla con Sawyer en la que hace ver a éste que Kate le importa más de lo que está dispuesto a admitir (3.4) y cómo aparentemente la unión que se ha ido forjando entre Kate y Sawyer a través del sufrimiento compartido parece haber sido estratégicamente facilitada por los Otros con la intención de aislar y debilitar a Jack. Sin embargo en su última maniobra el doctor ha superado en astucia y estrategia a Ben, mas sobre todo por su superioridad en virtud: al ser capaz, más allá de lo esperado por su carcelero, de no dejarse llevar por el despecho y la rivalidad.

La paradoja a explorar para nuestra vida es que, aunque la generosidad y el compromiso con los demás parecen hacernos más débiles y manejables, en realidad nos hacen más fuertes e imprevisiblemente invencibles. El ser humano, en el ejercicio de sus más excelsas virtudes (normalmente por amor o solidaridad hacia otras personas), puede llegar a ser más fuerte que cualquier tortura, enfrentándose valientemente a la muerte. Esta actitud heroica vence siempre a la rastrera actitud del que sólo quiere manipular y controlar a los demás para servir a los propios intereses, aunque en la vida parezca muchas veces lo contrario.

Amparo
Editado el 10-Nov-07 (0:15): por correcciones en la redacción de varios párrafos.

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