Kate ve al Marshal buscándola a las puertas del aeropuerto y se decide rápidamente por una vía de escape, caiga quien caiga, pero esta vez el daño colateral lo va a sufrir Claire y, de algún modo, también el pequeño Aaron. No duda en dejar a la embarazada australiana abandonada en una acera sin bolso ni equipaje mientras se dirige a un mecánico que pueda ayudarle a quitarse las esposas, pero cuando va a cambiarse de ropa se mira al espejo y... hay algo distinto... ya no es exactamente la misma persona que cuando embarcó en el avión.
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La bolsa de Claire lleva cosas para el bebé entre ellas una orca, blanca y negra, de peluche. Kate la coge y siente algo familiar en relación a ese juguete, en relación a esa madre y a ese bebé que no puede explicar. Sin perder tiempo se dirige de nuevo al lugar donde abandonó a la rubita, encontrando que ésta sigue allí totalmente confusa, pues no acaba de creer en su mala suerte: la pareja que iba a adoptar al niño no ha venido a buscarla y para colmo se ha encontrado en el taxi con una tipeja apuntándola con una pistola. Y el caso es que ahí está esa mujer otra vez, pero ofreciéndose ahora a ayudarla ¿podrá fiarse de ella?
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Un extraño instinto invita a Claire a confiar en esta desconocida hasta llegar incluso a ponerse en sus manos cuando, abandonada por la que iba a ser la mamá adoptiva de Aaron, empieza a sentir contracciones. Por su parte Kate tambiénn arriesga mucho por causa de esta desafortunada mamá al exponerse a ser capturada de nuevo cuando, solícita, la acompaña al hospital. Algo liga a estas mujeres más allá de lo que pueden comprender, algo que ante un posible problema en el pequeño nonato les hace angustiadas apretarse mutuamente la mano para apoyarse. Al despedirse, tras haber mostrado Claire su agradecimiento ayudando a su nueva amiga a escapar, ambas saben que el encuentro no ha sido casual y que ninguna de las dos podrá alejarse por mucho tiempo de ese pequeñín que aún no ha llegado a nacer (por intervención de un extrañamente amable Ethan Goodspeed).
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Curiosamente también en su otra vida Kate había sido una vez ayudada por una joven embarazada, cuya amistad valoró durante muchos años después. Aunque, precisamente por influencia de Cassidy, tomó la decisión más difícil de su vida: dejar a Aaron con su abuela Carole para irse a la isla a buscar a Claire.
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Y esta es la Kate que nos encontramos en la isla, quien al ver la forma en que Sawyer ha escapado del templo decide imitarle para tener más libertad de movimientos en la selva. Su falta de vacilación a la hora de usar la violencia para librarse de sus acompañantes Otros funciona en paralelo con los flash-sideways en los que la hemos visto amenazar al taxista y a Claire (sin importarle para nada las maletas de Arzt que se interponen en su camino), la misma violencia que Aldo no le puede perdonar de cuando le derribó para librar a Karl de su prisión en la habitación 23 en la isla Hydra. Pero a Jin no le interesa más que encontrar a Sun, y decide seguir adelante por su cuenta, preguntándole antes quién realmente le importa a ella.
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Mientras, Sawyer ha ido a la que fue su casa en Villa Otros (o Villa Dharma 30 años atrás) para seguir hurgando en el hondón de su pena hasta encontrarse dolorosamente con el convencimiento de que la culpa de la muerte de Juliet la tiene él, al menos en parte. Aquel momento en que ella accedió a no subir al submarino para quedarse con él en la isla demuestra, según él, la manera egoísta en que la convenció para que no le dejara solo, sin pensar en lo que hubiera sido mejor para ella. El anillo de compromiso que tan ilusionadamente había guardado para su rubia es lanzado con fuerza al vacío, un vacío similar al que siente por dentro al confesar entre lágrimas que probablemente su destino es permanecer para siempre solo.
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A James no le agrada en estos desdichados momentos la compañía de su pecosa amiga. Pero ella ha venido buscándole y le escucha junto al muelle, dispuesta a dejarse tocar por su dolor, a compartirlo de alguna manera. Ella también se siente culpable, por haber entrado (a partir de ese mismo muelle en el que están ahora) al submarino en que ambos amantes finalmente dejaban la isla atrás, para enredarlos en la locura de la bomba que ha dado lugar a la situación actual. Y ella también entiende lo que es sentirse sola y casi sin esperanzas de volver a recuperar a su niño perdido ni de poder devolverlo a su madre. Entre lágrimas se siente tentada de renunciar a todo y dejarse abatir por la situación tan sumamente desconcertante en la que se encuentran. Pero, al contrario que Sawyer, ella no puede renunciar... tiene que seguir luchando por subsistir, por encontrar a la desaparecida mamá australiana y por llevarla de vuelta a casa, aunque sea sin la ayuda que esperaba encontrar en su amigo.
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Pero ha sido Jin, precisamente al separarse de Kate, el que se ha encontrado con Claire. Una versión de Claire muy parecida a Danielle Rousseau (desmelenada, con su arma al hombro, revisando las trampas dejadas por medio de la selva...), sólo que esta rubia ermitaña abandonó por su cuenta a su bebé en vez de que le fuera arrebatado y parece ser que en lugar de matar a su equipo por haberse infectado es ella ahora la víctima de la temible 'enfermedad'.
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O al menos esa es la nueva que ha comunicado Dogen a Jack, al explicarle el mal que aqueja a Sayid, una oscuridad que se extiende y que si le llega al corazón hará que nunca más vuelva a ser él mismo. Tras torturar al resucitado torturador (como también hizo Danielle en su momento) el jefe del Templo ha diagnosticado que tiene la infección y por tanto debe tomar voluntariamente la píldora que con ese fin ha puesto en manos de su doctor. Como Jack no sabe realmente a qué atenerse con estos tipos decide tragarse él mismo la píldora para ver qué pasa y de ese modo descubre asombrado, tras la maniobra en la que Dogen evita que llegue a ingerir la medicina, que se trata de un veneno (esta opción de la píldora verde no se la ofrecieron a Neo en Matrix).
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No sabemos realmente si, tras haber revivido a Sayid, los Otros quieren ahora matarlo. Ni tampoco si nuestro iraquí ha sido 'reclamado' por Jacob o su enemigo, o bien por alguna otra misteriosa entidad isleña. Quizás le veamos en un futuro transformarse en un ser maligno volviéndose contra sus amigos (como vimos a Robert volverse contra su esposa embarazada antes de caer derribado por ella), y a éstos pasar por el terrible trance de tener que eliminarle. O quizás aún está a tiempo de superar la infección, por algún extraño exorcismo, acaso provisto por el mismísimo Jacob que antes de morir se ocupó de comunicar a los suyos lo importante que era mantener con vida a Jarrah. Lo que está claro es que, al igual que su respetado y difunto jefe supremo, los Otros no van a forzar a nadie a hacer nada en contra de su voluntad y por ello sólo se atreven a atentar contra la vida de Sayid con la cápsula venenosa si éste accede a tomársela.
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Hurley y Miles, asombrados especialmente por la vuelta a la vida de su amigo, le han preguntado por su experiencia en el más allá. Y aunque Sayid no recuerda nada (como tampoco recordaría Ben quién le disparó cuando era jovencito en Villa Dharma), puede ser interesante tener en cuenta que Charlotte Malkin (la hija del vidente australiano que visitó Claire), cuando revivió como él tras haberse ahogado estuvo un tiempo en un 'lugar intermedio' donde recibió un mensaje del difunto Yemi para su hermano Eko. Nuestros dos amigos saben por experiencia que a algunos les es posible comunicarse con los muertos y andan tratando de averiguar cómo funciona realmente ese 'lugar intermedio'.
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Perdidos nos abre así a un nuevo misterio (la famosa enfermedad de la que habíamos oído hablar desde la primera temporada) mientras tratamos de aclararnos con la nueva realidad, en la que los protagonistas parecen encontrarse al otro lado del espejo: siendo ellos mismos, pero diferentes. Recordemos aquí también el famoso pasaje de "Alicia en el país de las maravillas" que Jack leyó a Aaron cuando ejercía de padre (o de tío) modelo antes de entregarse al combinado de pastillas con alcohol (pasaje que al parecer él había oído muchas veces de pequeño leído por Christian Shephard): "Pues vaya, qué cosas tan extrañas pasan hoy. Ayer todo fue como de costumbre. Me pregunto si habré cambiado esta noche. A ver, ¿era yo la misma cuando me levanté por la mañana? Pero si no soy la misma, la pregunta es ¿quién soy ahora mismo? Ah, ése es el gran enigma".
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