Jack encuentra a Smocke en el borde del acantilado, cuando éste se dispone a bajar por la escala de cuerda hasta el agua donde le espera el barco. La escena en la que ambos se enfrentan, con Jack dando un feroz salto en el aire y Smocke corriendo con todo su odio cuesta arriba hacia él, recuerda totalmente al planeta Mustafar, al terrible ataque en el que Obi-Wan vence a Anakin, dos viejos amigos enfrentados entre sí después de que Anakin hubiera sido ‘reclamado’ por el mal (quizás hayáis visto el video que recrea la pelea entre Jack y John poniéndoles espadas láser en las manos, lo que me demuestra que más gente al ver la escena ha sentido como yo, casi sin querer, que se encontraba ante la horrible batalla entre los dos Jedi, o mejor dicho, entre un Jedi bueno y otro convertido en maligno Sith).
Jack tiene la enorme ventaja de que ataca a Smocke sabiendo que no es verdaderamente su amigo John, que éste, aunque sufrió mucho innecesariamente por su terca desconfianza, sólo va ser convenientemente vengado con la muerte del maligno monstruo que lleva su rostro. Se trata por tanto de un caso en el que luchan claramente el bien contra el mal (aunque nos dé pena el chavalito que fue Samuel, pero está claro que se ha convertido en un ser maligno que hay a toda costa que parar). Sin embargo, a pesar de su recién estrenada vulnerabilidad y de que el cuerpo de Locke –si despojas a la isla de toda su magia– está más viejo y cansado que el de Jack, jugando además en desventaja por su posición inferior en el acantilado, el intrigante Humo Negro, experto manipulador de cuchillos, se las apaña para hacerle a nuestro héroe un corte fatal en el vientre e intenta con todas sus fuerzas rematarle cortándole el cuello (de modo que le produce el cortecito ese insidioso que tantas veces hemos visto sangrar en su ‘otra vida’). Comete sin embargo el fallo (típico de los malos) de esperar a decirle perversamente que se entere de que muere en vano. Fallo que aprovecha triunfalmente Kate descerrajándole la única bala que le quedaba en el rifle, guardada (aunque inadvertidamente) exclusivamente para él.
Mortalmente herido por la bala que le ha atravesado el pecho, Smocke comprende que ha perdido su milenaria partida y, totalmente derrotado a los pies del herido guardián de la isla, es pateado por éste hasta caer desde lo alto del acantilado y morir de esa forma despeñado. El victorioso puntapié sirve para vengar a Jacob de la similar manera en la que fue arrojado, ya agonizante, en la hoguera de la estancia de la estatua por su implacable hermano (al final de la quinta temporada). La terrible caída recuerda por su parte a la caída del pobre Locke desde el octavo piso de un edificio empujado por su padre (muchos dicen que se oye cómo se rompe su espalda en un sonoro ‘crack’), pero también nos recuerda cómo el falso Christian (el mismo Smocke) dejó a Jack malamente colgando del borde de otro precipicio y hasta puede que fuera él mismo quién tomando la forma del imaginario Dave indujera a Hurley (otro de los candidatos) a tirarse acantilado abajo, tras hacerle creer que todo a su alrededor era producto de su imaginación.
Gracias al esfuerzo y a la fe de Jack, pero también a la puntería y oportunidad de Kate, han conseguido entre los dos terminar con el monstruo, pero aún queda mucho por hacer. Toda esta secuencia de la muerte de Smocke podría haber sido verdaderamente épica, pues se trata de la batalla última entre el bien y el mal en el universo lostiano, pero falla un poco porque la situación no se ha explicado de verdad a fondo y porque todo ocurre con demasiada rapidez. A mi parecer, todo lo que está ocurriendo en los “flash-sideways”, que en el fondo viene a ser un epílogo sin demasiado interés, roba protagonismo al verdadero desarrollo épico final de la serie, despojándolo de la enorme importancia que debería tener.
Muerto Smocke en el acantilado, una voz en ‘off’ felicita a Jack desde el otro mundo por su buen hacer (enseguida vemos que se trata en realidad de una enfermera felicitando al doctor Shephard por su operación experimental al señor Locke, lo cual no quiere decir que no tenga nada que ver). Tras ver morir al monstruo que tomó su cuerpo, vemos ahora despertar al esperanzado x-John, contento por el resultado de la decisión de operarse, que tanto le costó tomar. Pero a los pocos minutos quien realmente ‘despierta’ es el verdadero John Locke, ‘iluminado’ a la conciencia de su vida isleña por la extraordinaria experiencia de poder volver a mover los dedos de los pies. Desde que murió este pobre hombre, totalmente hecho polvo y deprimido, sin entender nada (como nos explicó en su día Smocke) en la jugada más vil que hemos visto nunca hacer a Ben, no hemos hecho más que compadecer su triste historia y su amargo final, hasta que en este momento nos volvemos a encontrar con él (su recorrido en la última temporada y media fue del ataúd a la caja de carga del Ajira y de allí a la tumba de la playa). Es un alivio ver que este hombre se alegra enormemente de recuperar sus memorias de la isla, aquel tiempo que fue tan vitalizante para él.
Por su parte, Jack lleva lamentando desde el final de la tercera temporada la muerte de John Locke. Afectado hasta sus entrañas por no haber aceptado nunca el importante mensaje que este hombre tantas veces le había querido transmitir, nuestro doctor cayó en la desesperación hasta intentar suicidarse. Su única salida fue volver a la isla, buscando en ella cumplir con su ‘destino’, de modo que la muerte de Smocke (necesaria para el bien de la isla y del mundo) ha sido también la forma de compensar a John después de tanta incomprensión, vengándole de la terrible manipulación que el Hombre de Negro realizó con su persona. Comprendemos también ahora que x-Jack (aunque inconscientemente) se empeñara tanto en ‘poner en pie’ a este paralítico, en devolverle totalmente su integridad y dignidad (nos ha llegado a decir que esta cuestión le importaba más aún para alcanzar su paz personal que la de reencontrar el ataúd de su padre). Como nuevo Jacob que es, en la oportunidad que le ha ofrecido la realidad x (cumpliendo la promesa que le hizo a éste su predecesor al tocarle tras su fatal caída: “no te preocupes, todo saldrá bien, siento que te haya ocurrido esto”), Jack ha restaurado del todo la persona de John y su relación con él, llegando a alcanzar por este hombre el profundo respeto y entendimiento que siempre estuvo llamado a tener.
Nuestro John Locke, ya ‘iluminado’, invita a Jack a irse con él (pues sólo desea ‘marcharse’ cuanto antes con el resto de sus compañeros), pero el doctor, tras un breve ‘flash’ en el que se ve a sí mismo con John mirando hacia el fondo de la escotilla (y tras ver la imagen paralela de él con Smocke en la cueva podemos entender que le dé un cierto yuyu recordar todo eso) le dice que debe reunirse con su hijo, el hijo que nunca tuvo según le replica enigmáticamente su paciente.
Pero volvamos con nuestro Jack isleño, quien siendo uno con Jacob, ha sido acuchillado al igual que él (se ve que la regla por la que el monstruo no podía matar directamente a los guardianes y candidatos también se ha ‘cancelado’ al quitar Desmond el tapón de las profundidades de la cueva luminosa). La isla sigue destruyéndose y el mismo Smocke ha musitado antes de caer que es “demasiado tarde”, pero Jack, probablemente por la ciencia infusa isleña que le es accesible como sucesor de Jacob, entiende que hiciera lo que hiciera Desmond ahora lo tiene que deshacer. Aunque está moribundo, su decisión irrevocable es volver a la cueva, pues debe cumplir la misión con la que se ha comprometido; pero también sabe que si no llega a tiempo la isla se hundirá (es lo que dijo Smocke) y el avión que está arreglando Lapidus es la última opción para que sus compañeros puedan escapar de todo este caos de una vez...
Nos encontramos ahora con una situación totalmente paralela al final de la cuarta temporada: la isla está a punto de desaparecer, hay un vehículo volador tripulado por Lapidus (la isla Hydra cumple ahora la función que ejercía entonces el carguero) y Jack tiene incluso una herida en el abdomen que recuerda a la de aquella vez (recién operado de apendicitis por Juliet). Y en ambos casos encuentro lamentable que lo que determina los acontecimientos no sea el lógico comportamiento que podíamos esperar de nuestros queridos personajes, sino un final previamente preestablecido (en los ‘flash-forwards’ de la cuarta o en la famosa imagen final de la serie, decidida con años de antelación) que los guionistas fuerzan con calzador, pese a quien pese.
Perdonad, pero si un Jack moribundo tiene que hacer una tarea ineludible, ¿se van a ir de allí Sawyer y Kate? Recordemos cómo Sawyer siguió al tozudo doctor en aquella ocasión (en la que la herida del costado, aunque bien cosidita, le estaba sangrando), porque es que eso de dejarle “morir solo” no iba con él. Kate no les siguió entonces porque alguien tenía que hacerse cargo de Aaron, pero en cuanto pudo dejó al bebé en manos de Sun y volvió atrás con Sayid, para buscar a estos dos y echarles una mano. Perdonadme, pero los que he visto en “The End” no son mi Sawyer ni mi Kate. Es verdad que Kate quiere volver con Aaron y se ha propuesto llevarle también a Claire. Pero Aaron está bien cuidado con su abuelita y nadie ha demostrado que lo que Jack quiere hacer sea totalmente imposible ¿no? Y desde luego que lo haría mejor con ayuda que sin ella. En otras series o películas en una situación así el héroe hace algo que imposibilita que sus amigos le sigan (por ejemplo, Bruce Willis en Armageddon deja inconsciente a su ‘yerno’ para morir haciendo explotar el meteorito en su lugar), pero aquí lo único que pasa es que a Lapidus de nuevo le han entrado las prisas por echarse a volar (como le pasó en el carguero), antes de quedarse sin ‘pista de despegue’. Y las prisas por no perder el último vuelo hacen que Kate y Sawyer abandonen respectivamente al amor de su vida y a su mejor amigo a la hora de la muerte y cuando aún tiene pendiente realizar una labor de importancia transcendental para la humanidad.
Kate se me queda aquí a la altura del betún comparada con Sun (no es mi Kate, como digo, que yo a esta señora no la conozco de nada). La coreana gritó desgarradoramente de dolor al ser separada de Jin para siempre y hubiera dado su vida – y la del bebé que crecía en su vientre– haciendo esperar al helicóptero para intentar salvarle. Por no hablar de la famosa muerte de Jin, quien al quedarse atascada en el submarino su mujercita, decide morir acompañándola en vez de escapar para poder quizás algún día conocer y cuidar a su hija. Es verdad que Ji-Yeon nunca conoció a Jin y no le echará de menos (y lo de su madre no tenía ya arreglo), como sí echaría Aaron de menos a Kate. Pero en el momento de la despedida en el acantilado no estaba nada claro ni decidido, como sí lo estaba en el submarino.
Con todo esto, de verdad que a pesar del “te quiero” y “espero que nos volvamos a ver” no me creo que él fuera el gran amor de su vida. Siempre he pensado que mi Kate quería mucho más a Aaron que a Jack o a Sawyer, pero en esa situación ella nunca habría abandonado a ninguno de estos dos, a no ser forzada (mucho más forzada) por las circunstancias. En ese momento, ante la decisión de quedarse de Jack, esta Kate se ve abrumada por la generosidad y desprendimiento del heroico médico que una vez le pidió casarse con ella y confiesa que le ama y que siempre le ha amado, pero se va de allí desmintiendo con sus actos lo que acaba de decir.
De todas formas, casi me duele más que se vaya Sawyer. Siempre esperé algo espectacular entre él y Jack para el final. Pues no, un mero apretón de manos en plan caballeros y un sentido ‘gracias por todo’, acompañado de un tácito ‘ahí te pudras, que yo voy a ver si me voy en el avión’. Sencillamente este no es mi Sawyer, en absoluto. Abandonar así a un Jack moribundo pendiente de cumplir una misión esencial, ya eso en sí no me lo puedo creer, pero bueno, quizás porque él mismo ha elegido ser el guardián y total si se iba a morir igual por lo menos que se salve alguien (aparte de que le está pidiendo que le haga el favor de llevarse de allí a su querida –y herida– Kate); pero dejar allí ¡a Hurley!, de verdad, ¿qué pretenden los guionistas? ¿...que los Ajira 6 se pasen el resto de su vida hechos polvo pensando en los que dejaron atrás? Y lo malo es que Kate ya sabe exactamente lo que es eso... si lo pasó mal porque Sawyer se tiró del helicóptero la otra vez, ¿no le va a pesar para siempre haber dejado atrás a un moribundo y heroico Jack? Espero que cuando un día Desmond, con la ayuda de Hurley y Ben, llegue a la civilización (quizás sólo unas semanitas después) y le cuente a Kate todo lo ocurrido y cómo murió Jack, a ésta le den mil remordimientos por haberle abandonado tan cobardemente. (Y digo esto no porque la odie, sino al revés, porque siempre he apreciado mucho a Kate y a Sawyer, y también a Jack, y normalmente la serie ha dejado que todos ellos brillen a su manera, sin hacer quedar bien a uno para que otros queden tan mal).
El lanzamiento de los dos al agua recuerda a aquella vez que nadaron juntos en la laguna de la cascada, y su carrera a nado hacia el barco a cuando un grupito de ‘losties’ abordó el barco de Desmond, el día que avistaron su vuelta desde la playa. También podría recordarnos este momento al famoso salto de James desde el helicóptero, pero en aquella ocasión se quedaba heroicamente mientras que esta vez ha optado por irse abandonando a sus compañeros, por lo que no lo acepto como un lugar paralelo.
Pero fijémonos ahora en Benjamin Linus, quien siguiendo a Smocke (no sabemos si con idea de obedecerle matando a quien éste le pidiera o de rebelarse en el último momento, aunque seguro que bastante asustado de lo que podría llegar a pasar) se encontró de pronto ante Sawyer, Kate, Hurley y Jack. Estos dos últimos ya habían compartido un tiempo con él en el equipo de Ilana, comprometiéndose todos juntos a impedir el escape del monstruo, pero Sawyer y Kate ven por primera vez a Linus tras haberle salvado de la muerte un par de semanas antes en su versión de muchacho adolescente de los tiempos de Dharma (suerte para él que no estaba ya Sayid con ellos, porque hubiera sido una situación algo difícil). En cuanto ha escuchado el plan de Miles, Richard y Frank se ha mostrado interesado porque ese avión llegara a volar, pero al empezar a destruirse la isla (cayéndole un árbol encima al intentar evitar que le cayera a Hurley) debe haberse sentido muy desolado. Ben ya sabe lo que es la vida fuera de su amada isla y no debe hacerle mucha gracia volver a esa realidad. En eso su situación es similar a la de Jack, aunque distinta, porque Ben no andaba tan desesperado en el continente como el doctor. Sin embargo hemos visto por medio de x-Ben que el exilio de la isla y la pérdida de todo su poder fueron considerados por este hombre un castigo casi peor que la muerte. James había comentado a Smocke en su presencia que no veía a éste como el típico capitán que se hunde con su barco, y la frase ha debido de hacer mella en Ben. “Si se hunde la isla, yo me hundiré con ella”, sentencia ahora, cuando aún tiene la oportunidad de irse con Sawyer y Kate. Él ve claro que debe ayudar al nuevo guardián de la isla, como siempre pretendió ayudar a Jacob (excepto aquel fatídico día en que decidió acabar con él). Al igual que Jack, este hombre tiene una clara percepción de que su destino está aquí, pase lo que pase.
Y el pobre Hurley también lo tiene claro: por un lado no se siente para nada dispuesto a bajar por la pared del acantilado con la escala esa de cuerda (y supongo que mucho menos a tirarse desde esa altura), pero sobre todo no le parece bien dejar solo a Jack. Este muchacho ya nos ha demostrado varias veces su lealtad hacia sus amigos y, de hecho (después de la muerte de Charlie), Jack era la persona en quien más confiaba. Cuando los tres llegan de nuevo al lugar de la cueva, ve sin dificultad que el plan del nuevo guardián tiene rasgos suicidas y trata de convencerle de que no debe poner su vida en peligro, dada su responsabilidad. Pero el doctor entiende que precisamente su responsabilidad para con la isla le exige hacer este último esfuerzo, por lo que, muy en su papel de Jacob, nombra a Hurley como sucesor y procede a realizar la ceremonia. Con la propia agua del arroyo (aunque la magia de la isla esté ‘apagada’, no parece que eso sea problema para la validez de la consagración del nuevo protector) en una vieja botella de Oceanic (esas tenían que tener ya tres años por lo menos) que les pasa Ben, se procede al traspaso de poderes, que Hurley acepta en principio sólo temporalmente. De este modo es Hurley como nuevo líder isleño el que diseña el plan de hacer bajar con la cuerda a Jack, para poder izarle después (cuando el esfuerzo para reponer la luz, como suponen, casi haya terminado con él).
Es esta revelación del episodio final (que Hurley permanece con Jack para ayudarle en su misión, llegando a sustituirle como nuevo Jacob) mi gran favorita. La cuestión de la pelea entre el bien y el mal no me quedó demasiado satisfecha, es verdad que había que matar al malo y que ese momento no me ha resultado tan épico como esperaba; pero la fidelidad mutua entre Hurley y Jack, ese “yo creo en tí” que devuelve el doctor fracasado al loco millonario, alcanza el culmen de sublimidad que yo esperaba para este episodio. No sé por qué había pensado que esa hermosa demostración de leal amistad, entrañable cariño y ciega confianza ocurriría al final entre Jack y Sawyer. Pero no, esos dos ya han hecho suficientemente las paces, y sólo el corazón sencillo y entregado de Hurley era el que podía demostrar ese nivel máximo de bondad sobre el que Jacob había apostado la supervivencia de la humanidad.
Pero “Lost” nos ofrece una nueva vuelta de tuerca, presentando junto a la epifanía de Hurley la completa redención de Ben. El hombre que tanto había sufrido por la falta de reconocimiento de sus superiores (empezando por su odioso padre, y siguiendo por la pelea con su jefe Widmore, los celos hacia su sucesor Locke y la falta de una relación directa con el supremo líder Jacob) hasta llegar en su despecho a cometer todo tipo de crueldades (precisamente las muertes de Roger, Locke, Widmore y el propio Jacob), consiguió ser perdonado por Ilana (más o menos en nombre de Jacob) e incluso por el propio Locke (en la ‘realidad x’), pero finalmente se encuentra el inesperado regalo de la afable confianza que le ofrece, tan sencillamente, el nuevo Jacob para los próximos años. Los ojillos de Ben se iluminan, porque, finalmente, este hombre que tanto sufrió de jovencillo, acaba de encontrar su sitio, junto a alguien importante y bueno que va a contar incondicionalmente con él. Decididamente este episodio (junto a otros de la sexta temporada) ha conseguido que Ben entre en mi lista de personajes favoritos, tras el largo tiempo en que he admirado a Emerson pero no sabía qué hacer con un Ben tan retorcido que me sacaba de quicio.
Pero volvamos al fondo de la cueva, donde un Jack muy herido saca fuerzas de flaqueza para atar a Desmond con su cuerda y empujar la enorme piedra desplazada por el escocés para ponerla en su sitio original. Durante muy largo rato no parece que pase nada por lo que en la cabeza del pobre Jack quiere imponerse el victorioso veredicto de Smocke, de que su muerte al final no serviría para nada. Pero tras un ratito el agua vuelve a su cauce y la hermosa luz isleña vuelve a brillar, de modo que Jack sonríe satisfecho, habiendo cumplido totalmente su destino, la misión para la que había venido (a la isla y al mundo).
Mientras tanto el pobre Desmond, tras la enorme paliza sufrida físicamente por su exposición a la ingente cantidad de energía, se siente desilusionado de no haber sido trasladado al otro plano de existencia como él esperaba (tranquilo, que antes o después llegarás). De modo que da la razón a Jack en lo de que sí que importa verdaderamente que luchen porque todo acabe bien (Jack le dice entonces eso de que para todo hay una primera vez, tomándose de manera jocosa el haber estado tantas veces equivocado). En el caso del escocés, aunque se ofrece generosamente a hacer la última tarea en lugar de su amigo aduciendo su especial inmunidad, es relevado de ello sin que pueda resistirse debido a encontrarse totalmente exhausto. El famoso “nos veremos en otra vida, hermano”, esta vez en boca de Jack, despide de la manera más adecuada a estos dos héroes tan sacrificados que un día se encontraron (cosas del destino) corriendo por las gradas de un estadio.
Mientras Hurley y Ben suponen y lamentan su muerte (tras rescatar a Desmond) y hacen planes para la próxima etapa isleña, Jack despierta habiendo sido expelido de la cueva para descansar en una laguna cercana (no puede ser mucho más tarde, ya que aún llega a ver cuando el avión sobrevuela la isla). En los momentos finales de nuestro héroe, no sólo encontramos un excelente trabajo de montaje y postproducción de los responsables de la serie (junto a la sublime y tristísima música con la que se nos despide Giacchino), de modo que su paso entre los juncos, apoyándose entre ellos se corresponde perfectamente con los apretones de manos y abrazos a sus amigos en el “after-life”, sino que por el ejemplo previo de Juliet, podemos decir que, verdaderamente, en esos momentos finales de su vida (en la isla), Jack estaba siendo consciente precisamente de ese reencuentro final. Coge a Kate de la mano y se sienta junto a ella en el banco, mientras que con similares movimientos se agarra de un junco en la isla y se deja caer al suelo, y al unirse las manos de ambos parece indicarse que la de la propia Kate se apoya solícita en la herida, transmitiéndole todo su amor en la misma llaga que le está matando. De este modo sabemos que Jack no sólo muere acompañado por Vincent, quien (recordando oportunamente el bosquecillo de bambúes donde lo encontró por primera vez tras el accidente) acude fiel a tenderse junto a él, sino que en los últimos momentos de su vida se siente felizmente rodeado de todos sus amigos, mientras que, echando una ojeada al cielo, puede observar cómo, finalmente, algunos de los supervivientes de Oceanic (su amigo Sawyer, su amada Kate y su hermana Claire), junto con uno más que quedaba del Ajira (Frank), uno del Kahana (Miles) y otro del Black Rock (Ricardo), consiguen salir definitivamente (suponemos) de la isla, sobrevolándola en el avión.
(De hecho el montaje de esta escena final recuerda también al precioso montaje de “The Constant” en que la conciencia de Desmond va y viene del Kahana en 2004 al Londres de 1996 –en la calle, a las puertas de la casa de su amada– mientras escucha los pitidos de espera del teléfono y sonríe feliz al escuchar que ella ha respondido a la llamada. También en aquella ocasión la conciencia de un personaje oscila entre dos situaciones que experimenta como simultáneas).
Y aunque la ultimísima escena de la serie, con el ojo cerrado de Jack, nos remonta al icónico inicio de la misma, cuando su ojo se abre para iniciar el largo recorrido vital de seis temporadas que le llevará a la propia superación personal y a la muerte (también comentan algunos que la apertura de la puerta trasera por parte de Christian en la iglesia recuerda bellamente, sublimándolo, el momento que cambió totalmente sus vidas: el desprendimiento de la cola mientras todos iban sentados en el avión), sigue pareciéndome que es el final de la temporada cuarta (estrechamente ligado al de la tercera) el más fuertemente representado en este definitivo final.
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