La tercera y la cuarta temporada terminaron en torno a un ataúd de ocupante misterioso, el de Jeremy Bentham. Asimismo, el episodio “The End” empieza y termina en torno al ataúd de Christian Shephard (que descubriremos misteriosamente vacío). Es precisamente el paralelismo de esta situación con la que vivió Jack frente a aquel otro féretro el que le hace ‘despertar’.
Estando aún ‘no-despierto’ (el único ya de entre sus compañeros), el doctor acude al concierto a buscar a su (no-existente) hijo David para encontrarse allí con Kate. Este reencuentro, que tiene lugar más allá de todos los acontecimientos isleños, retoma el famoso momento en que ambos quedaron junto al aeropuerto al final de la tercera temporada (cuando poco después aparcan el vehículo en el parking de la iglesia se oye el mismo tema musical de fondo que en aquel glorioso momento de la serie). Entonces era Kate la esquiva y Jack el que intentaba hacerle comprender una nueva verdad difícil de explicar (aunque entendemos que las pintas que él llevaba la echaran un poquito para atrás, lo cual no es precisamente el caso de Kate ahora, con lo elegantísima que está). Ella se retira para esperarle junto a los demás, antes de emprender de nuevo todos juntos un último viaje que también va a cambiar definitivamente sus vidas, uno que sólo pueden hacer si van todos ellos juntos (como dijo en su día Ben), incluyendo al ataúd (o al menos a su ocupante).
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La nave de la iglesia se transforma por tanto en la nave requerida para el nuevo viaje, de modo que, como ya pasó en el vuelo de Oceanic y en el de Ajira, Jack debe pasar primero por el trámite de ‘facturar’ el ataúd, para asegurarse de que también su ocupante va a acompañarles. Pero esa escena (como ocurre en los sueños, o en los espejos que reflejan la trama íntima de alternativas posibilidades) se entrelaza con la propia de un funeral: el que nunca pudo celebrar para su padre, el que nunca se celebró para Locke (aunque él asistiera fielmente al velatorio), el que nunca se celebraría para Jack (quizás podamos suponer que Vincent indicó poco después a Bernard y Rose el lugar donde estaba su cadáver para que le dieran digna sepultura, incluso puede que asistieran a la misma Hurley, Ben y Desmond).
Y al alargar la mano para tocar este ataúd de pronto todo adquiere sentido en su mente, y es cuando recuerda todo lo que ha pasado, todas aquellas personas a las que tanto quiso y tanto quiere, y cuando, por fin (tras tanto perseguirle en la isla y tanto presentirle cuando salió de ella), consigue encontrarse con su padre y abrazarle, ambos finalmente reconciliados después de toda una vida de querer quererse y no saber cómo.
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Y ahora sí es cuando padre e hijo avanzan hacia la nave, donde todos esperan al que fue su líder y a quien, tras tanto intentar salvarles en conjunto y uno por uno (Locke, Boone, Charlie, Libby, Sayid, Desmond, Juliet, Sawyer...), consiguió salvarles a todos en su generosa muerte. Y allí está Kate, junto a él, entrelazando sus manos, como queriendo cubrir con ella para siempre su herida (en interpretación de mi amiga haditasev) según le pareció a él en ese momento en la isla (en perfecto paralelismo con aquella ocasión en que él requirió que estuviera Kate presente cuando Juliet le operaba, insistiendo en contemplar la transcendental herida en un espejo). Y ya sentados en sus asientos (para este viaje no necesitan abrocharse los cinturones, pero sí aferrarse y abrazarse mutuamente entre ellos), Christian les abre las puertas para provocar la ruptura de realidad que les hará avanzar hacia algo nuevo. A través del boquete de puertas y ventanas, una nueva luz les inunda, como en su día les inundó la magia de la isla, haciéndoles ingresar en una realidad diferente, tanto esta vez como en aquel momento en que (por el descuido de Desmond) la aeronave quedó irremediablemente fracturada.
Esta es la verdadera realidad de lo que ellos son, de lo que pasó efectivamente aquel día (aunque sólo haya llegado a culminar, tras la muerte individual de cada uno, en un intemporal ‘ahora’ que comparten todos juntos), de lo que con sus decisiones y sus actos han logrado hacer, mutuamente, con sus vidas. Christian dice que todos ellos son reales, los que allí les esperan, pero la extraña vida que parecían vivir intemporalmente antes de encontrarse no deja de ser un extraño proceso (un muy discutible artificio de los guionistas, diría yo) con muy poco fundamento. Está claro que ninguno de ellos duda en renunciar a ‘esa vida’ (salvo contadas excepciones que comentamos después), dado lo poco ‘real’ que les parecía tras recordar su vida auténtica (en todos los casos, las escenas que aparecen en ‘flashes’ como recuerdos al ‘despertar’ han presentados colores muchos más vivos que las escenas en las cuales se mostraba su vida en la realidad x, que en contraste parecen siempre grises y apagadas). Así tenemos a unos felices Penny y Desmond (¿dónde han dejado a su Charlie?), Jin y Sun (con su embrionaria Ji-Yeon), Hurley y Libby, Sawyer y Juliet, Charlie, Claire y Aaron, Boone y Shannon, Bernard y Rose...
Pero ¿por qué parece tan feliz Locke sin su Helen o Sayid sin su Nadia? Cualquiera hubiera predicho que el ‘despertar’ de Locke le hubiera parecido al pobre una gran desgracia, al descubrir de pronto que su amado padre había sido un desgraciado estafador y asesino (indigno de vivir la vida que él tanto lamentaba haberle truncado), y que su novia había muerto pocos años después de rechazar su relación, para terminar recordando cómo se aprovecharon de él unos y otros, acabando tan vilmente en manos de Ben. Y sin embargo, este hombre es feliz, porque “it worked” (‘funcionó’, como dice a Jack en cuanto se despierta), porque su enorme sacrificio no fue finalmente en vano. Sayid por su parte había llegado a vivir plenamente feliz con Nadia, mucho más tiempo que el que llegó a estar con Shannon, pero le es negada la plena felicidad de reencontrarse con la mujer de su vida, su amada esposa en la realidad, debiendo conformarse con ‘avanzar’ junto a Shannon (admito que ambos se querían, pero no creo que eso pudiera distraerle a la larga de la tristeza de recordar a su esposa muerta). Se entiende que de todas formas se conforme y avance, ya que, en la endeble realidad en la que ahora están, su Nadia está algo ocupada, pero este no es el final que hubiéramos querido para el noble iraquí, a pesar de sus muchos asesinatos: el sacrificio final de su vida, entregada heroicamente por sus amigos, demostró su enorme valía humana y llegó a posibilitar (mucho más que la exigua colaboración de otros) el éxito final del partido de Jacob. Shannon podría haber ‘avanzado’ junto con su querido hermanastro, una vez superados los problemas que hubo entre ellos en el pasado. La pobre muchacha necesitaba ver a Boone otra vez vivo, después de haberle llorado tanto; ese reencuentro hubiera sido precioso de por sí, mientras que necesitábamos un reencuentro más satisfactorio entre Nadia y Sayid.
Aparte se han quedado Ben, quien prefiere mantener la nueva relación con Alex (y la madre de ésta) cuidando también solícito a su anciano padre, y Daniel, quien debe aún vivir una vida plena dedicado a su música, junto con su enamorada Charlotte y su sufrida madre (ya podría alguno de ellos aprohijar al pobre David, que no se me quede solito en el limbo el pobre).
Entiendo que Ben necesite disfrutar de su hija un tiempo (incluso disfrutar de su padre, para compensarle un poco al hombre), y Eloise de su hijo. El sentirse responsable de la muerte del propio vástago debe de ser un trauma tan grave que requiere mayor ‘tiempo’ o experiencia para ser verdaderamente afrontado y superado. Pero qué etérea debe ser la ‘realidad x’ cuando Locke deja tan alegremente a Helen y Jack (y Juliet) a David. Por más que Christian insista en que estos personajes de la iglesia son reales, sus ‘vidas x’ no pueden serlo. Por lo tanto da verdaderamente igual (hasta moralmente) que Desmond atropellara a Locke, e incluso que Sayid matara a Keamy y a Omar o Jin a Mikhail, o que James se acostara con Charlotte; y es totalmente irrelevante (el ‘gran’ misterio de la sexta temporada) que Juliet fuera la ex del doctor. Todo eso no ha sido más que un juego. Parece en más de una ocasión que estamos ante los actores que han representado a nuestros personajes, entretenidos en otros papeles, encontrándose entre sí ocasionalmente sin que, obviamente, se reconocieran entre sí sus antiguos personajes (agradezco también esta idea a haditasev). Quizás toda la ‘realidad x’ viene a ser una profunda ironía de lo que será nuestra vida de fans sin ‘Lost’, viendo a nuestro Jack, nuestro Sawyer, nuestro Ben, nuestro Locke (siempre llevarán esos nombres para nosotros) representar otros papeles en el futuro. Pero creo que tenemos derecho a sentirnos un poco engañados, pues ¿cómo volver a revisionar tantísimos minutos de los ‘flash-sideways’ sabiendo que no significaban prácticamente nada? (no me extraña que quieran incluir metraje nuevo en los DVD’s, pues a muchos fans no les quedan muchas ganas en principio de volver a ver esta temporada).
Lo siento, pero si la introducción de David provocó una sorpresa enorme, este personaje debería haber tenido algún significado consistente. No vale que ahora sea meramente inventado (¿o ha sido representado por un ángel o algo así, puesto que Jack lo necesitaba?) De verdad, no me importaría que se descubriera (quizás en los DVD’s) que fue un niño adoptado por Jack y Juliet, el caso es que haya una persona real ahí, quien (como Charlie Hume y como también debería haber pasado con Aaron) tiene derecho a una vida independiente, por lo que su período ‘post-mortem’ y su ‘paso al más allá’ lo podrá hacer en otro momento y con otra gente cuando sea oportuno.
Encuentro precioso el final a nivel simbólico, ya que hace una relectura de lo que significó el accidente para todos ellos, reflejando cómo, más allá de todas sus diferencias y posibles enfrentamientos, de los gravísimos peligros e insidiosos problemas sufridos, se creó una comunidad enormemente relevante para sus vidas hasta más allá de la muerte (dotando de nuevos niveles de significado al lema de Jack: “vivamos juntos para no morir solos”). Entiendo que la mágica luz de la isla, sea por la llamada a la misma que supuso cada toque de Jacob unido a la interacción que tuvieron con ella desde el propio accidente (y la estancia de todos ellos juntos en la isla), sea por la explosión del Jughead, o por una especial recompensa a la labor de salvación realizada por Jack (posibilitada por la colaboración de Desmond, Hurley Ben, Kate, Sawyer, Sayid... y en última instancia por el mismo John) es la que ha hecho posible el regalo de este mágico reencuentro, queriendo decir con esto que, de forma intrínseca, su caída juntos en el entorno isleño dentro del avión les ha ligado indisolublemente hasta la eternidad, por intervención de la luz de la vida, la muerte y el renacimiento. Sólo la vida de Desmond (junto con la de su inseparable Penny) ha sido entrelazada con la de los supervivientes del Oceanic hasta poder compartir con ellos ese intemporal momento, quizás por su indisoluble relación de causalidad en la llegada a la isla de los bienaventurados candidatos.
Pero una vez destacada toda la riqueza de contenido del ‘avance’ comunitario, comentemos también su problemática. Algunos de ellos vivieron muchos años más (suponemos que al menos Hurley, Ben, Aaron y Ji-Yeon; pero también por algún tiempo sobrevivirían Bernard y Rose, Desmond y Penny, Sawyer, Kate y Claire), y queremos creer que sus vidas fueron plenamente satisfactorias. El hecho de hacerles ‘avanzar’ volviendo al momento en que murieron la mayoría de sus compañeros nos dificulta creer que estas vidas llegaran a alcanzar una plena felicidad, con sus hijos y sus posibles nuevas parejas. (Faena que ya les han hecho a Locke y Sayid, no permitiéndoles compartir el ‘avance’ con las mujeres que amaron).
Me molesta que en su deseo de ‘cerrar’ la serie hayan dado un final tan definitivo a los personajes principales que impida imaginativamente llevar la trama hacia otros derroteros. Esto contradice nuestra incapacidad connatural de llegar nunca a conocer en vida las ‘verdades definitivas’ sobre nadie en este mundo. Al menos puedo imaginarme aún sin problema las vidas de Frank, Richard y Miles (quien llevaría satisfecho consigo los valiosísimos diamantes de Nikki y Paulo) y hasta las de Hurley y Ben (manteniendo que hasta el final siempre se llevaron bien). Pero “The End” ha frustrado mis expectativas con respecto a Desmond, Sawyer y Kate (personajes que me eran muy queridos), y reivindico mi derecho de atenta espectadora a imaginar lo que a mí me parezca para recuperar, de una forma más consistente, el carácter heroico de estos tres.
Después de mostrarnos un interesantísimo Desmond empeñado en reunir las dos realidades, no puedo evitar sentirme frustrada al ver cómo se ha desaprovechado su potencial. El episodio “Happily Ever After” (mi preferido esta temporada) se ha quedado así diluido en nada. Entiendo que uno de los grandes méritos de la serie, el entrelazamiento de numerosos personajes alternando el protagonismo entre ellos, hace muy difícil encontrar un final satisfactorio para todos. De modo que si Jack es el protagonista final (y Smokey-Locke el principal antagonista), sólo Hurley y Ben han alcanzado a compartir un poco el enfoque triunfal, quedando los demás compañeros muy en la sombra (eso los que no han tenido que morir antes, para que no se comieran entre unos y otros el poco tiempo de serie que quedaba). De modo que Desmond, Kate y Sawyer cumplen muy rápidamente y sin ninguna profundización ni seria motivación su papel (Desmond - quitar un tapón; Kate - disparar una bala a Smocke y convencer a Claire; Sawyer - llevarse a Kate a salvo y a tiempo al avión), por no hablar de Frank, Richard y Miles, cuyas intervenciones han sido meramente esquematizadas (y que no se quejen, pues otros como Sayid, Jin, Sun e Ilana han muerto en el intento).
Pero de verdad que no me hacía falta que en ese avión que ve Jack al final fueran ni Sawyer ni Claire ni Kate. Eso me contradice el verdadero mensaje de fondo que me intenta transmitir el resto de la trama, el “vivir juntos para no morir solos”. Desde que los cuatro últimos candidatos se unieron en la playa tras perder a sus amigos en el hundimiento del submarino, nada debería haberlos separado hasta el final. Se ve que los productores se habían empeñado en terminar la serie con el ojo de un Jack solitario (salvo Vincent) cerrándose, mientras los demás escapaban, pero la escapada de sus amigos en el avión me la tendrían que haber explicado mejor.
Y llegamos al peliagudo tema de los emparejamientos. Siempre creí no ser ni Jater ni Skater, puesto que quería por igual a Jack y Sawyer y entendía que a Kate le pasara algo parecido, pero quizás es que era más bien las dos cosas, aunque no me llegara a identificar con ninguna de las dos (por eso de que normalmente los ‘jaters’ excluyen la opción ‘skater’ y viceversa). En el final que yo imaginaba moriría heroicamente uno de los dos chicos (pensaba unas veces que uno y otras que el otro) y ella se quedaría con el que quedara vivo. Y eso no ha cambiado para mí.
Me alegro mucho de que Kate besara a Jack y reconociera su amor por él, pero la corriente profunda que la liga a Sawyer es igualmente fuerte (lo siento, pero eso es lo que yo veo en muchísimos momentos de la serie, que están ahí y no puedo dejar de ver). En cuanto al amor entre Sawyer y Juliet, fue muy hermoso, tanto como el de Kate y Jack, pero Jack y Juliet han muerto prematuramente (quizás por eso se buscaron y se unieron en la etérea realidad de la otra vida, para esperar juntos por un tiempo hasta que llegara el gran momento). Yo no creo que el recuerdo de esos dos amores previos impida que Sawyer y Kate, esperando todo lo que haya que esperar, puedan unirse finalmente. Si su experiencia comunitaria en la isla les ha marcado tanto como dice Christian, estos dos nunca se podrán separar. Sin embargo, en la ‘otra vida’ apenas se reconocen, pero eso es, como todo, algo interpretable: una y otra vez se encuentran el poli James y la fugitiva Kate, uno frente a otro, y nunca se resultan indiferentes (en el ascensor del aeropuerto, cuando él la captura en la calle, cuando la interroga en la oficina y cuando la despide en la prisión). La serie necesitaba el reencuentro místico de las dos parejas estables, Jate y Suliet, y no podía complicar la emotividad de ver de nuevo juntas a estas dos parejas sacando a relucir una reunión de Skate (en la que recordaran por ejemplo, algo así como hacen Hurley y Ben, que estuvieron juntos mucho tiempo y les fue muy bien), aunque sí que osaron liar en su momento a Charlotte con James. En la reunión final de la iglesia sólo se ve (muy de pasada para que no incordie mucho) un emocionado abrazo entre Sawyer y Kate. Cada espectador puede especular a su manera lo que esto significa en cuanto a lo que alguna vez esta relación llegaría a ser.
Concluyendo: entiendo que Lost ha sido una serie magnífica, pero no la sublime obra maestra que podría haber llegado a ser, y desde luego admito un cierto aspecto de tomadura de pelo aunque sin mala idea: sencillamente los guionistas eran menos geniales de lo que nos habían hecho creer (pero todos somos bastante más mediocrillos de lo que nos gustaría). El mismo hecho presentado de la ‘realidad post-mortem alternativa’, expresión simbólica de una experiencia profunda de la humanidad, no se nos ha ofrecido de forma consistente y bien fundamentada, ya que no pretendía mucho más que engañar al espectador para ofrecerle luego un giro sorpresivo al final. Por su parte los desarrollos isleños me han resultado muy apresurados y entiendo que se han forzado las situaciones para lograr una imagen final predeterminada, sin respetar suficientemente las motivaciones de los personajes.
En cuanto a la controversia de si no se han dado las respuestas necesarias a los misterios por atender mejor a los personajes, a mí cuando no hay respuestas me vale con inventármelas, eso no me produce problemas, pero me afecta mucho que los personajes presenten inconsistencias. Yo nunca quise que la explosión de Jughead diera lugar a una nueva realidad (el final de la temporada quinta me dejó muy escéptica, sin llegar a perdonar del todo a los guionistas por la muerte de Daniel), pero el inicio de la sexta me dejó a los ‘losties’ en la isla como yo quería, siguiendo el más estricto “lo que pasó, pasó”, de forma que me quedé satisfecha, mientras que con los “flash-sideways” se abrió para mí un nuevo enigma muy atrayente, y admito que este nuevo esquema permitió a la serie explorar posibilidades muy interesantes con los personajes (sobre todo, en mi opinión, precisamente en los casos de Hurley y Ben). Llegué en algún momento a imaginar que todo eso sería una especie de falsa realidad simulada, es decir, a lo “Matrix” (o como en la película “La Isla”) con alguna malévola complicación ligada al electromagnetismo isleño y a Smocke (aunque estaba abierta a que fuera alguna otra cosa), algo enigmático que en su momento desvelaría Desmond a lo grande. Encontrarme de pronto con que la realidad x no tenía fundamento ninguno, tratándose meramente de una extraña experiencia sobrenatural me resultó muy frustrante. Es verdad que este nuevo elemento ha dado lugar a momentos muy emotivos, pero en una realidad poco ‘real’, por lo que dichos momentos no dejan de ser pura emoción gratuita, muy bonita pero muy problemática.
De todas formas debemos reconocer que en cada episodio los guionistas (con el apoyo del resto del equipo que produce la serie) han compartido con nosotros mucho de lo que a ellos les parece importante como personas y creo que nos han enriquecido mucho con su talento, aunque a veces también hayan metido un poco la pata. Es verdad que al final les ha pillado un poco el toro, y les ha faltado tiempo (aunque tenían tres años para haberse planificado mejor) y quizás también capacidad para cerrar todos los hilos abiertos, y está claro que acabar diciendo que en la ‘otra vida’ todo sí tendrá sentido es una manera muy vaga de acabar una serie de misterio como ha sido ‘Perdidos’. Pero en fin, son humanos, como nosotros, y cada uno hacemos lo que podemos.
Dejando por tanto aparte las pequeñas frustraciones derivadas del episodio final quiero expresar mis más fervientes gracias a los creadores, guionistas, productores, directores, actores, compositor y demás artistas que han dado lo mejor de sí trabajando en esta serie por los muchos magníficos momentos que nos han dado. También agradezco profundamente el haber podido compartir con miles de fans las variadísimas opiniones y las diversas dotes elucubrativas, organizativas y/o artísticas de unos y otros expresadas en múltiples blogs y foros de la web mundial. Gracias finalmente, muy especiales, a los lectores de este blog. Ha sido una experiencia inolvidable. “Nos vemos en la otra vida, hermanos”.
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