martes, 1 de junio de 2010

6.16. Por lo que murieron

Jack, Kate, Sawyer y Hurley lloran a sus compañeros muertos mientras aparecen en la playa algunos restos del submarino hundido (incluido un prometedor chaleco salvavidas, símbolo de la posibilidad de encontrar salvación incluso en situación tan desesperada). Poco antes, mientras Jack cosía la herida de Kate (devolviéndole el favor que le hizo ella en el primer episodio de la serie) y ésta le hablaba de la huerfanita Ji-Yeon, ambos decidieron que Smocke, el responsable último de la funesta explosión, tenía que ser eliminado. Sin embargo, como primer paso se proponen ir a rescatar a Desmond del pozo que les indicó Sayid antes de morir.
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Paralelamente vemos a x-Jack observando de nuevo en el espejo la misteriosa herida del cuello. Sus planes para ese día consisten únicamente en asistir a un concierto con su hijo David y no comportarse de forma muy rara cuando aparezca por allí su ex-mujer. Es cierto que también anda empeñado últimamente en curar al paralítico John Locke y que un bebé, en este caso Aaron, también se hace presente en su vida por el comentario de Claire en el desayuno sobre sus pataditas. Igualmente, x-Desmond reclama su protagonismo en esta trama al llamar al doctor falsamente de parte de Oceanic, para comunicarle que el ataúd de su padre llegará esa misma tarde al aeropuerto. De este modo también vemos a x-Jack sobrecogerse por la pena de una muerte reciente.
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Aunque sin dar explicación alguna para la llamada de x-Desmond, se nos revela que éste la hace desde su coche mientras acecha de nuevo a x-Locke a la salida del instituto. Pero cuando parece querer apretar el acelerador para atropellar al paralítico de nuevo, el bueno de x-Ben se abalanza sobre él para impedir semejante desatino, ganándose una buena paliza por parte del escocés y la consiguiente ‘iluminación’ (ya que le hace recordar la similar paliza recibida de las mismas manos cuando atacó a la familia Hume junto al barco en el que vivían).
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Este episodio entreteje de manera admirable la historia isleña y la de la realidad x, entrecruzando los hechos de unos y otros personajes en la medida en que todos ellos van confluyendo inevitablemente hacia ‘el fin’. Sin quitar su merecido protagonismo a Jack y Locke, junto a la interesante figura del ‘mediador’ de los despertares (Desmond) destacará sin embargo especialmente el personaje de Benjamin Linus.
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El apaleado doctor en Historia Europea contempla su maltrecha imagen en un espejo de la enfermería mientras trata de entender lo que está pasando, sin olvidarse de comunicar a Locke el mensaje de su atacante: no quiere herirle sino ayudarle a ‘soltar amarras’. Este insólito mensaje dejará pensativo a John, instándole más tarde a acudir al doctor Shephard para pedirle que le opere (momento sublime, salpicado de significativa frases lostianas que da mucho gusto oír en este nuevo contexto).
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Ben Linus ha vuelto con Richard y Miles a Villa Otros, a buscar en su armario secreto los explosivos necesarios para explotar el avión de Ajira. Cuando Miles se revuelve al detectar ciertos mensajes de ultratumba Richard explica que se encuentran sobre el lugar donde enterró a Alex. Y es que tras aquél fatídico día en que Keamy (el mercenario contratado por Widmore) asesinó a su hija a sangre fría, Ben sólo ha vuelto a la que fue su casa una vez, con ocasión de buscar al Humo Negro para ser juzgado, hasta encontrarle (en figura de Alex, aun estando ésta ya enterrada) en los subterráneos del templo y ser sorprendentemente absuelto.
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Lamentablemente ni Widmore ni el Humo Negro andan tampoco muy lejos de su casa ahora, y Ben, recordando que si no obedece a Smocke lleva todas las de perder, se ofrece de nuevo a este maligno ente como su chico de los recados (lo que se traduce en ofrecerse a matar a todo aquel que el monstruo necesite matar con intermediarios, léase algún que otro candidato). Tras un encontronazo con Richard que hace salir a éste volando por los aires (¡qué mal trata últimamente el Hombre de Negro a nuestro Ricardo!) y tras degollar limpiamente a Zoe por serle inútil, Smocke chantajea a Charles con la vida de su hija para que le diga lo que ha venido a hacer (al parecer Jacob le había visitado para pedirle que trajera a Desmond a la isla). Es aquí cuando Ben ve ocasión propicia para vengarse de su sempiterno rival, tratando vanamente de impedir con un tiro la cobarde confesión que traicionaría a Jacob para salvar a Penny. (Por su parte Miles ha escapado de la situación para esconderse en la selva llevándose un walkie-talkie).
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Mientras estas escenas nos recuerdan las tendencias más negativas, vengativas y asesinas de Ben (quien ha ofrecido sus servicios al enemigo a cambio de la promesa de volver a mandar en la isla), la adorable x-Alex saluda a su profesor preferido preguntándose quién habrá podido pegarle siendo él la mejor persona del mundo. Dado que Ben lleva el brazo en cabestrillo (en forma similar a Napoleón, comenta la estudiante) la muchacha sugiere que monte con ella en el coche de su madre para que le lleven a su casa, no sin antes ser invitado a cenar en casa de ellas. Una atentísima Danielle Rousseau (mucho más arreglada que la que solíamos ver en la isla) se deshace en amabilidades con el profesor que ha llegado a ejercer un papel de padre para su hija (ya que su marido murió cuando la pequeña tenía dos años), de modo que Ben (no sabemos si aún del todo ‘iluminado’ con respecto a lo vivido en la isla con estas dos mujeres) llora emocionado, mientras su anfitriona parece ofrecerle una posible continuidad en la relación así iniciada.
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Ben raptó a la nena de Danielle a la semana de su nacimiento para evitar matarlas a las dos (como le había ordenado su jefe). Con este acto separó a Alex de su madre, contribuyendo a que ésta se volviera casi totalmente loca (de modo similar a lo que luego le pasó a Claire) y haciéndose cargo en adelante de criar a la niña. Finalmente las dos encontraron la muerte a manos de los mercenarios de Widmore, pero aunque Ben nunca podrá entender la razón ‘por la que murieron’, las ha vengado ya en la isla matando a Charles y ha encontrado en otro lugar además la ocasión de crear una nueva relación con ellas, en la que Alex pueda ser su hija sin perder por ello a su madre.
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Nos es difícil creer que Benjamin Linus se haya sometido incondicionalmente a Smocke, después de ver cómo confesaba tan emotivamente a Ilana su pesar por haber matado a Jacob y lo contento que parecía de haber sido aceptado en el equipo de los seguidores de éste en vez de tener que irse con su enemigo. De alguna manera queremos adivinar en el Ben de la isla a ese buen hombre que encontramos en la otra realidad, y esperamos que a la hora de la verdad sepa posicionarse a favor de los candidatos. Pero de momento Ben acompaña a Smocke a un pozo donde descubren que Desmond ha escapado. En ese momento el Hombre de Negro confiesa a su ‘ayudante’ que su verdadera intención es destruir la isla y que el escocés es el instrumento adecuado para ello.
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Sin embargo, esta nueva capacidad destructiva del señor Hume no nos sorprende tanto como su manera tan señorial de irrumpir en comisaría para entregarse por las felonías realizadas en el instituto. Acompañado al calabozo por el inspector Ford saluda satisfecho a los nuevos compañeros de prisión: Sayid y Kate, los últimos pasajeros del vuelo de Oceanic con los que necesitaba contactar. Cuando poco después el propio James (tras un intento de chantaje emocional por parte de la ‘inocente’ Kate) los entrega para ser transportados a otra prisión en una furgoneta, Desmond les hace prometer a ambos que harán una cosa que va a pedirles cuando les haya liberado. Kate (un tanto alucinada porque un tío se entregue él solito en comisaría cuando ella se ha pasado toda su vida escapando de los polis) acepta seguirle la corriente, al igual que hace Sayid, para encontrarse a los pocos minutos ambos liberados (gracias al sustancioso soborno de su millonario cómplice Hurley a una ‘no-iluminada’ Ana Lucía) y obedeciendo las instrucciones de sus liberadores. Kate acompañará a Desmond en el Camaro rojo de Hugo al concierto (al que también planean ir Jack con su familia y Miles con la suya) mientras que Sayid acompañará a Hurley en su Hummer amarillo a un destino incierto.
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Hemos visto así cómo Desmond ha llevado a cabo con facilidad todos sus planes en la realidad x, mientras que en la isla los únicos candidatos restantes se disponían a buscarle. Por el camino, Sawyer va entendiendo que su decisión en el submarino fue la responsable de la explosión (empezando a captar la nueva lógica de la isla que Jack parece ir ya dominando), pero el doctor, noblemente, en vez de profundizar en las acusaciones le consuela diciendo que el único culpable es Smocke. Estando ya todos convencidos de cuál es la situación (que el monstruo está dispuesto a todo para acabar con ellos y que o le matan o les matará, pudiendo además hacer un gran estropicio en el mundo si consigue escapar de la isla), decide Jacob que es el momento de presentarse ante sus candidatos para ofrecerles la opción de elegir quién de entre ellos va a ser su sucesor. Aparte de que este hombre nunca fue muy dado a explicarse, es claro que no pudo acercarse el primer día que cayeron en la isla a contarles todo este asunto, ya que no le hubieran hecho ni caso, como sabemos que Jack no hizo ni caso a Locke al plantearle que quizás habían venido a la isla ‘por una razón’. Pero ese hecho de que tuvieran que accidentarse allí (con las más de 200 muertes resultantes), unido a las múltiples desgracias sobrevenidas (Joanna, Scott, Boone, Arzt, Shannon, Ana Lucía, Libby, Paulo, Nikki, Charlie, Michael, Neil, Charlotte, Daniel, Juliet, Ilana... junto a muchos más de los que nunca supimos el nombre) y a las muertes directamente ocasionadas por el monstruo (el piloto de Oceanic, Eko, Bram, Sayid, Jin y Sun) [por no contar las de los múltiples trabajadores de Dharma, miembros de los Otros, pasajeros del Kahana y del Ajira y colaboradores de Widmore e Ilana] ¿cómo pueden todas esas muertes corresponderse con una razón por importante que ésta sea? Más en concreto, lo que verdaderamente preocupa a nuestros candidatos en el momento en que se encuentran con Jacob ¿cuál es la razón por la que murieron Sayid, Jin y Sun?
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El ya fallecido guardián de la isla hace arder sus propias cenizas (conservadas por Ilana y por Hurley) para poder hacerse presente, por última vez, ante Jack, Sawyer, Hurley y Kate. La respuesta es que en su juventud cometió un fallo terrible, lo que dio origen (a partir de su hermano) al monstruo de Humo Negro, y dado que éste se empeñó en matarle y en matar incluso a su sucesor para poder escapar de la isla, lo cual podría resultar en un terrible mal para toda la humanidad, Jacob se ha visto obligado a atraer posibles candidatos a la isla y a plantearles ahora la sucesión. Los ha seleccionado por sus vidas errantes y solitarias, deduciendo que necesitaban a la isla tanto como ella necesitaba de ellos y además desde siempre había querido poder ofrecerles la opción que él nunca tuvo: poder elegir o rechazar el puesto de guardián (de hecho siempre puso un gran interés en que la voluntad de las personas a las que se acercaba fuera respetada).
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Y es en este momento, entre las dudas y reproches de Sawyer y Kate y para gran alivio de Hurley, cuando Jack ve con diáfana claridad la razón por la que él vino a la isla por primera vez y por la que nunca debió abandonarla: estaba llamado a aceptar el papel de protector de la misma en sucesión de Jacob. El fantasmal antecesor aparta de los demás a su sucesor ya designado y realiza con él la ceremonia (bebiendo agua de un arroyo) que hace a Jack uno con él (adquiriendo los poderes de Jacob). Sawyer bromea que ya antes gustaba Jack de cierto endiosamiento, pero su largo proceso ha llevado precisamente al doctor a dejar de intentar controlarlo todo, para disponerse finalmente a entregar su vida (ya sea en una interminable sucesión de largos años entregados al bien de la isla, o en el sacrificio último de su muerte si fuera necesario) a una causa mayor que ni siquiera entiende.
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Es esta generosa decisión de Jack la que finalmente dará sentido a tantísimas muertes. Si logra salvar la luz de la vida en la isla y parar al monstruo, labor para la que acaba de ser consagrado, nada de lo ocurrido habrá sido en vano.

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