lunes, 6 de octubre de 2008

3. 21. Grandes éxitos

El mundo da ya por fallecido al relativamente famoso Charlie Pace a causa de la catástrofe del vuelo 815 de Oceanic; se celebró un emotivo funeral y en su memoria se han editado los ‘Grandes Éxitos’ de Drive Shaft. Pero, junto con varios de los demás pasajeros de este desafortunado vuelo, el joven rockero sigue vivo... al menos mientras no se llegue a cumplir una de las fatídicas visiones de Desmond.

Durante la breve excursión a la que Jack invita a algunos del grupo para explicarles su plan ante el inminente ataque de los Otros, el escocés recibe una nueva visión precognitiva. Y otra vez se trata de una visión ambigua en la que ocurre algo bueno acompañado de algo malo (como la supuesta llegada de Penny que parecía requerir que Charlie recibiera una flecha en el cuello, 3.17). En esta ocasión el vaticinio anuncia que un helicóptero se llevará a Claire y a Aaron de la isla, pero conjuntamente se revela una nueva forma de muerte para Charlie: ahogado tras apagar una amarilla luz intermitente, acción que de alguna manera resulta necesaria para el rescate. Desmond le cuenta todo esto con detalle al joven músico y en esta ocasión ambos están de acuerdo en que deben favorecer ese rescate como sea, aceptando la muerte si es necesario.

Es curioso cómo Charlie, tras mostrar en episodios previos una excesiva precaución por su temor a las visiones de Desmond (3.12, 3.17), en este caso se ve inclinado a aceptar el destino anunciado, aunque éste con alta probabilidad incluya su propia muerte. El amor por Claire y Aaron le transforma en un héroe, dispuesto a todo por favorecer la salvación de las personas que se han convertido en su familia. Charlie sorprenderá a Jack y Sayid ofreciéndose voluntario para la misión, aparentemente suicida, de bucear hasta una inundada estación submarina para desactivar el sistema que bloquea las telecomunicaciones originadas en la isla. Desmond, dada la estrecha relación que durante las últimas semanas ha ido forjando con Charlie, opta por acompañar al desafortunado muchacho hasta el final.

Desde el primer día en la isla la posibilidad de una muerte cercana ha acompañado tenazmente a cada uno de los supervivientes del vuelo siniestrado. El monstruo que acechó tan de cerca a Charlie, acobardándole hasta los huesos, el día en que murió el piloto (1.1), no ha sido la única amenaza. Osos polares (1.2 y 3.5), abejas (1.7), cuevas que se hunden (1.7), precarios puentes colgantes (1.18), disparos y trampas de Rousseau (1.18, 1.25 y 3.17), más la dinamita que Eko hizo explotar en el Cisne (2.24), han sido, aparte de las muertes impedidas por Desmond (3.4, 3.8, 3.12 y 3.17), ocasiones especialmente peligrosas para Charlie. Pero hasta ahora la situación más grave, sólo superada por el inagotable celo del doctor Shephard, fue aquella en la que Jack y Kate tuvieron que revivir su cuerpo exánime tras encontrarle colgado de un árbol, el día en que Ethan le había raptado junto a Claire (1.11).

Enfrentado a una muerte cada vez más inescapable, Charlie repasa su vida, destacando los cinco momentos más importantes que vienen a su memoria: su encuentro con Claire la noche del accidente ocupa el primer lugar, el reconocimiento por parte de una mujer en la calle (Nadia) de que es verdaderamente un héroe (es decir el hecho de que su persona haya sido alguna vez especialmente útil para alguien) está en el segundo, y su estrecha vinculación con su familia en el resto, incluyendo el importante legado familiar que supone su anillo preferido, la perseverancia de su padre cuando le enseñó a nadar y el éxito que compartió con su hermano en el grupo Drive Shaft. En continuidad con este proceso de recapitulación de su vida, Charlie opta por dar prolongación en Aaron, como su heredero, a todo este pasado de música y familia que significan las iniciales DS de su anillo (iniciales de su grupo y de un antepasado). Con este gesto se despide, como quien no quiere la cosa, del bebé y de su madre, mientras parte hacia la canoa que le llevará a la estación subacuática, dispuesto a entregar por ellos –su gente– lo mejor de sí mismo.

Charlie ha sido capaz de dejar atrás su cobardía siempre que Claire o Aaron estaban en peligro (especialmente en 1.24-25), también cuando entró a rescatar a Jack del interior de una cueva inestable (1.7) y durante aquel curioso experimento al que le invitó Hurley en la furgoneta Dharma para demostrar que ambos aún podían confiar en la buena suerte (3.10). Su protector Desmond ha sabido igualmente olvidar su pasado de cobarde ante situaciones de grave peligro, en las que se ha crecido enormemente: como al accionar la llave de seguridad que originó la implosión del Cisne (2.24) y al ofrecerse en esta ocasión a sustituir a Charlie en su misión suicida. Si la vida de Charlie ha estado marcada por su apego a la familia (2.12), en concreto tras la muerte de sus padres a su hermano Liam –por quien tuvo que hacer grandes sacrificios (2.12)– y después a Claire y a Aaron en la isla, la de Desmond estuvo un tiempo dedicada al cuidado de sus hermanos pequeños (3.8) –lo que requirió también de ciertos sacrificios por su parte–. La interrelación entre estos dos, los únicos británicos del grupo que sepamos (hasta la llegada de Naomi), ha ido cohesionándoles hasta llegar a parecer en este episodio verdaderos hermanos. Desmond se ha convertido en el protector hermano mayor que Charlie tanto había añorado en Liam. Tras compartir una y otra vez decisiones de vida o muerte, estos dos amigos han aprendido a apreciarse mutuamente hasta el punto de estar ambos dispuestos a dar su vida por el otro.

El escocés parece haber encontrado finalmente un sentido satisfactorio para sus continuas visiones trágicas sobre Charlie. Es cierto que en la misión submarina se juegan el rescate de todo el grupo y ambos creen que por tal causa merece la pena morir (también Sayid se había ofrecido voluntario para esta misión suicida). Pero no es suficiente para nuestro visionario con haber obtenido esta vez la aquiescencia de Charlie para su sacrificio (cosa que no se atrevió ni a preguntar en el 3.17). Sigue sintiéndose responsable de la vida de este muchacho, quizás porque en el fondo le está impulsando a actuar según su propia interpretación de las visiones, que podría ser errónea. El bueno de Desmond sencillamente no es capaz de dejar a Charlie partir así como así hacia una muerte casi segura, no sólo le provee de un ‘cinturón de pesas’ que le facilite el trabajo de inmersión y se ofrece a acompañarle en la canoa hasta la estación Espejo, sino que una vez allí entiende que todas sus visiones previas le están invitando a tomar su lugar. Sencillamente le es imposible despedirse de él en esas circunstancias; durante casi un mes ha vivido con la preocupación de salvar su vida una y otra vez y ahora esa misión se ha hecho carne con él y no puede entenderse a sí mismo si no lo intenta de nuevo. La misión suicida debe ser realizada y Desmond está dispuesto a tomar el relevo. En un ramalazo de optimismo decide interpretar que aunque la visión presenta a Charlie muriendo, no presupone nada de lo que le pasaría a él si ocupa su lugar.

Sólo que Charlie ya ha asumido el papel de que su vida debe ser sacrificada por el bien de todos los demás y está en paz con esa idea. En su fuero interno sabe que debe hacerlo. De alguna forma los continuos avisos le han ido preparando para ello: morir se hace más aceptable si tiene un sentido, si se percibe un provecho para aquellos a los que se ama. Todo encaja ahora para él si afronta la misión y no le encaja dejar que su amigo escocés vaya en su lugar. De pronto esta tarea se ha convertido en su gran oportunidad, en la tarea que le completa. Charlie deja al ‘hermano’ Desmond sin sentido y se despide abatido del aire que respira lanzándose a las aguas que supuestamente acogerán su cadáver pocos minutos después. Una de sus zapatillas de cuadros negros y blancos se desprende, cual último vestigio del muchacho cobarde que había sido, y flota hacia la superficie mientras las piedras de su ‘cinturón de pesas’ agarradas fuertemente en su mano tiran de él hacia abajo, hasta que las suelta para ascender hacia la estación donde debe apagar el equipo que impide a su grupo contactar con el barco de rescate.

Pero varias novedades esperan a nuestro valiente amigo en el interior del Espejo: una bocanada de aire en sus pulmones le demuestra que esta estación no estaba tan inundada como creían, mientras que un par de mujeres armadas y con cara de pocos amigos le convencen también de que el cumplimiento de su misión va a ser más difícil de lo que esperaba. Sorprendido de estar vivo, sus gritos de alivio atraen la atención de las guardianas de la acuosa estación, quienes probablemente no tienen ninguna intención de dejarle explorar a su antojo el equipamiento del Espejo.

Dejamos a Charlie de momento en esta extraña situación –en la que un intenso alivio se mezcla con el temor de no poder llegar a cumplir su importante misión–, para constatar que el joven músico no es el único dispuesto a meterse en líos para resolver la grave crisis que afronta el campamento. En un principio todos colaboran en preparar el cableado que permita detonar desde lejos la dinamita, regalo con el que quieren recibir a los Otros que vengan a secuestrar a sus mujeres. Pero tras el aviso de Karl de que el ataque se ha adelantado, el plan originalmente forjado por Jack y Rousseau se transforma por iniciativa de Sayid, quedando finalmente la defensa del campamento y el ataque a sus ‘visitantes’ en manos de tres francotiradores, mientras los demás miembros del grupo deben partir hacia la torre de radio, para contactar con el barco de Naomi una vez que Charlie desactive el equipo de la estación Espejo y Danielle su llamada de socorro. El experimentado militar iraquí decide quedarse a dirigir el ataque a los Otros, convenciendo a Jack de que él es quien debe liderar al grupo que se marcha. Otros dos personajes se ofrecen voluntarios a quedarse en el campamento, Bernard y Jin. Ambos son buenos tiradores, pero además ambos están dispuestos a dar lo que sea por la seguridad de sus esposas. Nuevamente aparece el amor como especial motivación para nuestros héroes “lostianos”. Jack, en cambio, a quien tampoco le faltaba el valor para haberse quedado a afrontar la batalla, parece estar motivado más bien por su deseo de venganza, aunque es bien conocido el gran afecto que tiene a su comunidad de supervivientes, a quienes desde un principio ha protegido e intentado salvar a cualquier precio.

De todas formas debemos reconocer al militar Sayid su especial y heroico sentido del deber, ya que se ofrece voluntario tanto para la suicida misión submarina como para la batalla campal que les espera en la playa. Como contrapunto encontramos otro personaje que ante semejantes problemas sólo desea ayudar, pero no sabe bien cómo: Hurley no ve su sitio ni entre los tiradores ni entre los exploradores y decide ofrecerse como colaborador en la misión de Charlie, para verse rechazado (con gran dolor de éste) en términos poco amables. El entrañable gordito trata de averiguar entonces quién más puede necesitarle y, haciéndose cargo de Vincent, se decide a suplir la presencia de su amigo Charlie al lado de Claire, por si pudiera ayudarla con el pequeño Aaron. En toda esta situación se echa de menos una actitud algo más activa de Sawyer, quien al parecer aún se encuentra profundamente afectado por los hechos ocurridos no muchas horas antes en la Roca Negra (3.19).

Finalmente, en la secuencia de hechos de este episodio sorprende enormemente el papel de Juliet, Karl y Alex. Los tres traicionan a su gente, al grupo de los Otros, y aunque es de alabar su deseo de evitar el secuestro o muerte de varios inocentes del grupo de la playa, no acaba de parecer normal que fríamente planeen la muerte de los que hasta ahora han sido sus compañeros. Juliet ayuda a poner la dinamita en las tiendas que ella misma señala como lugar donde encontrar a las embarazadas y Karl no duda en ofrecer un arma para detonar a distancia esta misma dinamita. Es claro que Juliet odia a Ben por haberla manipulado y obligado a ocupar un puesto tan desagradable como infiltrada (3.18), y quizás no ve otra opción para ayudar a sus nuevos amigos, pero su decisión de masacrar a los que, como ella hasta ahora, sólo cumplen las órdenes de Ben, es absolutamente impactante. Quizás se entiende mejor en Karl, quien no deja de ser un desterrado que últimamente sólo ha recibido prisión, golpes y lavados de cerebro por parte del grupo de los Otros (3.1, 3.7) y que además se siente amenazado de muerte en el caso de que le encuentren.

Una imagen expresa la terrible traición a los suyos de estas tres personas: el conejo blanco degollado por Alex. Ésta, con las manos ensangrentadas, recibe de su padre el arma que Karl entregará más tarde a Sayid para matar a los que hasta ahora han sido su gente. Se entiende que Alex no pueda quedarse de brazos cruzados al oír cómo su padre ordena a Ryan que rapte a todas las mujeres del campamento y mate a todos los hombres que se interpongan. Ella recuerda cómo Kate y Sawyer la ayudaron a rescatar a su novio Karl (3.7) y, desde que Sayid le mencionó que su madre real estaba viva (3.13), ha empezado a pensar que Ben quizás no sea su verdadero padre. Cree que no tiene por qué ser fiel a este hombre y a la vez se ve obligada a proteger a los que no les han hecho nada para verse así atacados. El conejo blanco degollado significa que algo ha muerto en el corazón de Alex, su relación con su padre y su gente, su infancia, su inocencia... Alex ha cambiado definitivamente de bando, tan definitivamente como Juliet o Karl con sus más explícitas traiciones. Del mismo modo el conejo blanco degollado puede denotar la muerte de algo muy querido en Benjamin Linus, a quien habíamos visto muy encariñado con similares animales (3.4, 3.20). Ha dejado a Locke derribado en una zanja con un tiro en el abdomen y ha ordenado a sus esbirros atacar antes de lo acordado. Con estas acciones está labrándose la desconfianza de los suyos, incluida la traición de su hija, la persona a la que más quiere.


Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- A diferencia de la visión que tuvo Desmond en relación con la llegada de Naomi (3.17), en la que Charlie moría de forma accidental, en este caso entre la posible muerte y el resultado positivo que se pretende con la misma existe una relación lógica, de forma que correr ese riesgo adquiere un sentido. En la intención original, antes de descubrir que la estación no está del todo inundada, parecía necesario que alguien se internase en la estación submarina para examinar el equipamiento hasta dar con el interruptor que permitiera desactivar el sistema de bloqueo de las telecomunicaciones, lo cual sería ya un enorme logro, pero se estimaba casi imposible que el voluntario pudiera volver después de nuevo a la superficie, por no poder aguantar tanto tiempo la respiración. Sin embargo, si nadie se atrevía a llevar a cabo esta misión, el grupo no podría contactar con el barco de Naomi para ser rescatado. La salvación de todas estas personas es razón suficiente para arriesgar la vida de una de ellas. De todas formas Jack no lo permite hasta que empieza a dudar de que puedan rechazar con efectividad el ataque de los Otros. Que el grupo se encuentre en la isla en una situación de extremo peligro es lo que permite entender que el sacrificio de uno de ellos por conseguir el rescate de los demás tenga realmente sentido.

Aún así dos razones ayudan a Charlie a tomar su valiente decisión. En primer lugar, las visiones muestran que él consigue apagar la intermitente luz amarilla, por lo que sólo en su caso está garantizado que la misión vaya a ser llevada a cabo (Desmond juega con la ventaja de que sus visiones le dan un conocimiento previo de lo que va a encontrarse en la estación, por lo que resulta también un candidato bastante adecuado). En segundo lugar está el hecho de haber sido elegido para ello por una especie de destino o fuerza mayor. Es clave el detalle que comentábamos en el párrafo anterior: en este caso su probable muerte tiene un sentido. Por mucho que el destino isleño haya programado su muerte una y otra vez no le entran a Charlie más ganas de morir por una causa cualquiera. Pero ahora la causa es muy importante: el rescate del grupo de supervivientes y entre ellos el de sus muy queridos Aaron y Claire.

Supongamos que Desmond no hubiera tenido visión alguna pero Sayid hubiera llegado igualmente a la conclusión de que alguien debía nadar hasta el Espejo e intentar la desconexión del bloqueo. Si Charlie hubiera sido consciente de la necesidad de un voluntario para esa misión probablemente nunca se habría ofrecido, no tanto por cobardía como por albergar dudas de si sería capaz de hacerlo bien (no tenía un buen concepto de sus propias dotes como nadador, 1.5). Lo habrían hecho Desmond o Sawyer, al estar Sayid y Jack ocupados con otros quehaceres (así como Jin y Bernard). Puede que incluso Juliet o Kate se hubieran presentado voluntarias. La diferencia estriba en que Charlie ha sido señalado secretamente para la misión; por medio de Desmond se le ha sugerido que lo haga él, que puede hacerlo. Este hecho de ser ‘elegido’, de hacerse repentinamente consciente de que un grupo de personas necesita especialmente de uno, de que lo que uno haga o deje de hacer marca una diferencia de vida o muerte en las demás personas, tiene una carga motivadora muy importante. Aunque Charlie crea que su vida ha sido muy insignificante, cuenta ahora con la convicción de que va a cumplir una misión esencial. Si muere, su última tarea habrá sido muy significativa.

Es probable que nada de esto fuera muy consciente en nuestro joven amigo. Sencillamente Claire y Aaron necesitaban de su generosidad, y él se encuentra dispuesto a ello. La verdadera prueba, sin embargo, es el ofrecimiento de Desmond. Podría haberle dejado hacerlo a él, pero a estas alturas ya tiene muy asumida la necesidad de su muerte. En su valiente gesto queda redimida toda falta cometida en su vida anterior. En el agua se zambulle un héroe decidido a dar su vida por salvar a su gente.

- La diferencia por tanto la establece el haberse sentido elegido para esta especial misión, el creer que uno ha sido especialmente llamado o vocacionado para ello. Uno puede pasar por la vida con el lema del “sálvese quien pueda”, es decir, que cada uno se cuide de sus propios asuntos, o en cambio, haber sintonizado alguna vez con la llamada a ser una persona disponible para ayudar a los demás, atenta a que alguien pueda necesitar en cualquier ocasión de su generosidad. En nuestra serie hemos percibido más de una vez cómo Jack y Sayid se encuentran siempre atentos a cualquier necesidad, también lo están Kate y desde luego, Desmond, al menos desde que tiene sus extrañas visiones. Hurley, por su parte, no sólo está siempre atento a echar una mano a quien le necesite, sino que su sensibilidad en este sentido le impulsó incluso un día a diseñar una estrategia para conseguir convertir a Sawyer en una persona más atenta (3.15).

Se trata de una verdadera filosofía de vida según la cual uno se entrena en entender su vida como un servicio para los otros, en discernir a qué actividad debe dirigir su tiempo y sus recursos para marcar una diferencia a favor de la vida y la felicidad de sus semejantes. Las personas que perciben así las cosas normalmente se sienten amadas por Dios y especialmente ‘elegidas’ para dedicarse a amar, como han sido amados. Sin esta vocación especial, sería difícil plantearse una generosidad extrema, aunque muchas personas buenas se sienten inclinadas a este estilo de vida de forma natural.

- La cuestión se complica más cuando la elección por la vida de los demás y la defensa de los más débiles exige tener que traicionar a unos amigos o unos valores previos, o aún peor, tener que declarar la guerra a un grupo de personas, supuestamente equivocadas o malignas. En la vida real queremos creer que el diálogo, o en su caso la ley, pueden resolver este tipo de asuntos. Pero en la isla ‘perdida’, Juliet, Alex y Karl, no ven otra opción que o estar con Ben o pasarse al bando enemigo. Con todas sus consecuencias.

Amparo

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