lunes, 6 de octubre de 2008

3.18. F.D.C.

Dos personas de la isla se enfrentan a su posible muerte durante este episodio: la desconocida paracaidista, herida gravemente con una rama al caer entre los árboles, y la valiente coreana, quien descubre que su embarazo puede tener consecuencias letales. Ambas son asistidas en esta hora difícil por uno de los Otros: la joven postrada en la selva recibe una salvadora visita del ex-militar con formación médica Mikhail Bakunin, quien aparece de improviso aunque todos le daban por muerto; Sun es llevada a su vez por Juliet, la doctora especialista en reproducción, a la estación médica, con el fin de determinar un dato muy importante relativo a su embarazo: la fecha de concepción o F.D.C.

Resulta que la F.D.C. es el dato decisivo a la hora de determinar si la joven coreana está en peligro mortal por haber concebido en la isla o no, circunstancia que fundamentalmente preocupa a Juliet (deseosa de dar por una vez buenas noticias a una paciente) ya que Sun se encuentra mucho más afectada por la posibilidad de descubrir con dicha fecha si el hijo que espera es de su marido o de Jae Lee, su amante por un tiempo cuando aún estaba en Corea. La cuestión es muy seria para la pobre esposa ya reconciliada con su esposo: ella quiere que el bebé sea de Jin, sin pararse a considerar que esto la puede llevar a la muerte, mientras que la noticia de que la concepción se hubiera producido en Corea le supondría el dolor de tener que ocultar la verdadera paternidad del niño por el resto de su vida, obligada a recordar cada vez que viera a la nueva criatura el error que cometió y el terrible desenlace del mismo (la muerte de Jae Lee, 3.2).

Y mientras que Sun sufre planteándose quién es el padre de su hijo (que finalmente resulta ser Jin), vemos cómo en su pasado se vio obligada a indagar sobre quién era la madre de su marido, tras ser chantajeada por una desconocida en un parque. Sus investigaciones la llevaron a encontrarse con el humilde señor Kwon, al que ella creía muerto, en la pequeña aldea de la que procede Jin. El pobre pescador, muy contento de poder hablar con su nuera, ante las preguntas directas de Sun en seguida se sincera con ella y le comenta que la madre de Jin era una prostituta. Él se hizo cargo del niño que ella abandonó para no dejar solo al pequeño, aún sin poder saber con seguridad si se trataba o no de su propio hijo. El buen hombre quería mucho a este niño y nunca le contó la verdad sobre su madre, para evitarle esa vergüenza, mientras que Jin, que quiere mucho a Sun, no le cuenta a ésta que su padre aún vive, pues no lo considera digno de presentárselo a su nueva familia. Sun sigue la cadena ocultando a su amado Jin que ha visitado a su padre en la aldea y que ha averiguado quién fue su madre, agravándose la cuestión al recurrir a papá Paik para obtener la enorme cantidad de dinero exigido por la chantajista (su propia suegra en realidad). Paik comprende que hay una cuestión de honor por medio y accede a la petición de su hija, pero poniendo condiciones: Jin tendrá que pagar esta deuda de ahora en adelante dedicándose a ciertas arduas tareas como su ‘asistente especial’ (1.17, 3.2). El amor benevolente y protector del señor Kwon y de Sun ha conseguido evitar a Jin la vergüenza de saber quién era su madre pero sólo a cambio de introducirle en un contexto mucho más destructivo. Al final del episodio escuchamos cómo el pobre Jin pretendió siempre mantenerse libre de deudas con respecto a su suegro, justo cuando hemos descubierto la enorme ironía de que el amor de su mujer y de su padre, y el desvelo de ambos por su honor, son los que le acaban llevando a la terrible situación de mafioso de la que no sabrá cómo escapar. De hecho la culpa no corresponde tanto a las dos personas que más le quieren como a otras dos: su propia madre, quien no contenta con abandonarle de pequeño se dedica a extorsionar a su nueva familia, y su suegro, que tiene un modo muy retorcido de hacerle pagar la deuda que ha contraído con él su hija.

Una forma similar de ironía o benevolencia traicionera podemos observar en el extraño comportamiento de la isla, que por un lado favorece la pronta curación de los heridos y la fertilidad de los varones estériles, mientras que por otro condena a muerte a las mujeres que conciben sobre la isla y a sus pequeños hijos nonatos. Jin y Sun, alejados de las terribles intrigas que les rodeaban en Corea han encontrado en la isla la paz de su matrimonio y la preciosa promesa de un bebé, pero parece que la isla, cual retorcido mafioso, les va a hacer pagar por todo esto un precio muy caro.

Este tema de la benevolencia traicionera reaparece al considerar otra acción aparentemente solícita que esconde una grave amenaza: la doctora Juliet Burke atiende a Sun de la manera más dulce, siendo muy receptiva a sus temores y deseando servirle de ayuda y de consuelo, pero, en cuanto tiene un momento, da la espalda a su nueva paciente y la traiciona, informando a Ben de las circunstancias de su embarazo en una cinta que deja grabada en la habitación secreta de la estación médica. No sabemos aún los planes maquiavélicos del jefe de los Otros, pero había acordado algo con Juliet y ésta cumple paso por paso lo pactado, aun manifestando expresamente su odio al hombre que de esta manera la está utilizando. Juliet se había sentido a gusto actuando de nuevo como la doctora amable que siempre había querido ser, pero al cabo de un rato cae en la cuenta de que más bien es una espía trabajando para un hombre que actúa muchas veces sin piedad. Su acuerdo con Ben la convierte en una peligrosa enemiga de la gente de la playa que empieza a confiar en ella y a quienes quisiera poder ofrecerles su sincera amistad.

Al otro lado de la isla se vive en cambio el diferente caso de una prestación de ayuda extremadamente necesaria llevada a cabo por una persona con una hostilidad manifiesta. La mujer que ha saltado del helicóptero está mortalmente herida, pero ni Charlie ni Jin ni Hurley, ni siquiera Desmond, aunque se vuelcan en socorrerla, tienen los conocimientos médicos necesarios. En un descuido, Hurley, sin pretenderlo, consigue llamar la atención de una persona que sí les puede ayudar, pero se trata de un mortal enemigo que ha sufrido ya en sus carnes la hostilidad de los supervivientes hacia los Otros (se supone que hostigada inicialmente por la propia hostilidad de los Otros hacia los supervivientes). El resistente ruso, al que creíamos muerto por el empujón de Locke entre los postes de la valla sónica (3.12), acude corriendo al lugar del que procede la bengala que ha visto cruzar por los aires, encontrándose de repente ante cuatro de sus enemigos que custodian a una paracaidista malherida. Desmond, en contra del parecer de Charlie, acuerda con él que le dejará ir libremente si cura a la pobre mujer que se está muriendo. El sibilino representante de los Otros realiza eficientemente los cuidados necesarios, pero miente a sus captores en cuanto a lo que dice la joven (que no está sola) y les roba ocultamente el sofisticado teléfono que habían encontrado entre los objetos de la recién llegada. La habilidad de Jin permite recuperar el preciado aparato, pero, finalmente, para bien o para mal, Desmond insiste en mantener su palabra de que el ruso debe quedar en libertad.

Hurley se siente un poco inútil por haber metido la pata un par de veces: al disparar la bengala que delató la posición del grupo y al confesar inocentemente la existencia del teléfono ante una pregunta capciosa de su enemigo. Mientras sus compañeros preparan unas parihuelas para transportar a la muchacha herida al campamento de la playa nuestro orondo amigo se sienta a su lado para velar su sueño y no puede evitar juguetear con el teléfono nuevo, aunque éste no acaba de funcionar. En ese momento despierta la nueva superviviente, quien ya algo recuperada parece ser capaz de entablar una breve conversación. Pero, ante la pregunta de Hurley, de si ha venido para rescatar a los supervivientes del vuelo 815, su respuesta es de lo más desconcertante: el avión que partió de Sydney y nunca llegó a Los Angeles fue finalmente encontrado y se declaró ante el mundo que todos sus pasajeros habían muerto.

Preocupados por la salud de la muchacha y esperanzados por la posibilidad de rescate que ella representa, nuestros ‘perdidos’ no pueden de momento asimilar lo que esta nueva noticia realmente significa. ¿Cómo pueden haber encontrado el avión siniestrado y haberles declarado muertos si nadie ha venido a la isla a buscarlos? ¿Se trata de un tremendo error por parte de las autoridades o de alguna extraña conspiración u oculto misterio? Lo que está claro es que ahora más que nunca están deseando establecer contacto con el mundo exterior, y cuentan para ello con un nuevo y sofisticado teléfono....


Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:

- Juliet y Mikhail se prestan a ayudar a dos personas necesitadas de su pericia, pero ambos se encuentran también ligados, por las buenas o por las malas, con un grupo que resulta ser enemigo de las personas a las que están ayudando. Preferimos pensar que, como personas, se sintieron satisfechos de poder ayudar a un semejante, pero en ambos casos esta ayuda buscaba ser capitalizada con una ventaja para su bando, lo que supone de alguna manera una traición para nuestros supervivientes.

En el caso de Mikhail, lo que este hombre pretende a cambio de su ‘buena acción’ es su propia libertad, además de cierta información relevante (él entiende los balbuceos de la políglota paracaidista) y un modernísimo teléfono que puede dar una enorme ventaja táctica a los Otros. Al contrario que Hurley, el coreano (que de joven recibió entrenamiento militar) está alerta ante cualquier posible jugada del enemigo y no duda en impedirle que se salga con la suya. Charlie ve mala voluntad en la jugarreta del ruso, y prefiere hacerle prisionero, mientras que Desmond opta por mantener la palabra dada. Cada uno de los cuatro compañeros ha respondido de una manera diferente ante la ayuda revestida de amenaza: Hurley de manera inocente, Jin en modo de alerta dispuesto a actuar, Charlie de forma desconfiada y agresiva y Desmond con la mejor voluntad. En equipo no han hecho un mal trabajo: Desmond ha conseguido de él la ayuda necesaria y Jin ha impedido que escape con el teléfono, mientras que la desconfianza manifiesta de Charlie ha prevenido que la inocencia de Hurley cometiera más errores. Lo más llamativo del comportamiento de Mikhail en esta situación ha sido su desafiante sinceridad, dejando claro que es un enemigo pero dispuesto a ayudar bajo ciertas condiciones. Es esta actitud la que ha sacado de sus casillas a Charlie pero ha merecido el respeto de Desmond. Ante una situación tan compleja el combinado de las cuatro actitudes ha conseguido un resultado aceptable: respeto a la persona enemiga, mezclado con una cierta prevención y disposición a defenderse, sin perder del todo la inocencia y la buena voluntad.

Juliet despierta igualmente cierta prevención y susceptibilidad en la playa, y de paso levanta sospechas con respecto a Jack, pero en este caso Sun, dispuesta inicialmente a cuestionar a ambos, acaba dejándose ayudar por la doctora y bajando todas sus defensas ante la afabilidad de esta agradable mujer. Es muy difícil sentirse agradecido por un bien recibido y mantenerse al mismo tiempo alerta por si acaso. La dulzura de la rubia doctora comunica más familiaridad y confianza que la ruda actitud del tuerto ex-militar. La traición de Juliet es por tanto mucho más difícil de detectar y también más dolorosa y dañina.

- Está claro que duele mucho más descubrir la traición de un amigo que la faena de un enemigo declarado. Un amigo o un familiar, y sobre todo la propia pareja, recibe un gran grado de confianza que permite acceso a una mayor vulnerabilidad. Cuando esta cercanía se aprovecha para infligir un daño la víctima se siente doblemente golpeada. Pero en este episodio el pasado de Jin y Sun nos revela que no sólo personas infiltradas en nuestro círculo de amigos con malas intenciones pueden resultar traicioneras, sino que incluso con la mejor de las voluntades las personas amadas también pueden cometer errores y meterle a uno en un gran lío. Se trata, sin embargo, en el caso que estudiamos, de una buena voluntad combinada con graves mentiras y ocultamientos. Es posible que la opción de Sun por acallar a su chantajista suegra fuera en principio correcta, pero en el momento en que acepta el dinero de su padre somete a su marido a las reglas de éste sin su conocimiento, aparte de ir en contra de los expresos deseos de Jin. Está traicionándole bajo la excusa de querer protegerlo, y es esta situación la que estropeará al máximo su matrimonio –haciéndoles sufrir muchísimo a ambos– y le costará finalmente la vida a Jae Lee. Jin probablemente hubiera preferido conocer la identidad de su madre y pasar la vergüenza que fuera ante el mundo antes de convertirse en un mafioso. Paik habría reaccionado quizás furiosamente ante el deshonor que implicaba la noticia, lo cual hubiera supuesto una terrible prueba para esta pareja, pero seguramente hubieran sido capaces de superarlo, pues ya estaban casados y aún se amaban locamente. Jin estaba dispuesto a trabajar duro por mantener a su mujer y quizás habrían tenido que apartarse de Paik, lo cual, aún teniendo en cuenta los códigos de honor se la sociedad coreana, no parece una opción tan mala.

- Descubrimos por tanto dos constataciones para reflexionar: 1. La diversidad de un grupo de personas trabajando en equipo –incluyendo la aceptación de ayuda por parte de un enemigo– posibilita la superación de una grave dificultad. 2. El falseamiento de la verdad, aún con las mejores intenciones y entre personas que se quieren, es potencialmente una fuente de enorme sufrimiento, ya que por desgracia existen en nuestro mundo otras fuerzas menos benévolas siempre dispuestas a actuar.

Amparo

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