El episodio se abre con el primer plano de un objeto que cubre la pantalla de rojo, reflejando unas sombras la ondulación de un fuego cercano. Tras la superficie roja asoman los ojos de John Locke, inmerso en la lectura de un dossier. De fondo se oye el chirriar de juntas de madera y unos murmullos sofocados. El oscuro interior de lo que en su día fue un barco de esclavos, la “Roca Negra”, va a servir de escenario en este episodio para un particular ‘infierno’. En su maloliente calabozo se encuentra encerrado un condenado –atado con cadenas, su cara oculta con un saco–, mientras el hombre que le trajo hasta allí se decide finalmente, quema en la fogata la carpeta que estaba leyendo y sale en busca del verdugo apropiado para ejecutar la pena capital con la que ha sentenciado a su prisionero.
El condenado a muerte es una persona que ha usado muchos nombres pero casi nunca el verdadero. No se trata tanto de que haya encontrado su infierno en el calabozo del barco varado en la selva de una isla perdida, sino más bien de que lo ha llevado siempre consigo, destrozando a su paso por este mundo a todo aquel con quien entraba en contacto. Las extrañas circunstancias que lo han traído a nuestra isla le hacen pensar que está en el más allá, en su versión más tórrida, además de contar con el aparentemente sólido argumento de encontrarse allí con su hijo muerto (supuestamente en el vuelo 815), al que hizo daño tantas veces que ni se acuerda ya.
John Locke debe afrontar de nuevo el cinismo de esa horrible persona que tiene por padre. Pero esta vez no va a tenerle cariño ni lástima, probablemente ya no siente siquiera ni odio ni temor, sólo el asco y la rabia de haber tenido que soportar a semejante ser humano y tener que hacerse además cargo de su ejecución.
No nos encontramos aquí ante la emocionante opción de Luke Skywalker, quien prefiere dejarse matar antes que tener que acabar con su padre, el maligno Darth Vader, debido al noble deseo de que el que antaño fue un valioso caballero obtuviera la redención (en “El retorno del Jedi”). John Locke no considera otra opción que matar a esta persona, quien, una vez ha asumido que ya está en el infierno, se ríe en la cara de su víctima preferida y ofrece su cuello gustoso para ser degollado, despreciando por inútil cualquier tipo de comportamiento compasivo. Pero aún así, el hijo al que robó un riñón (1.19) y tiró por la ventana de un octavo piso (3.13), descubre que no es capaz de coger un arma y acabar con él, aunque sí de orquestar una situación en la que otra persona, igualmente destrozada por este desalmado, sea capaz de ejecutarlo. El informe que recoge en una sola carpeta roja las pasadas acciones del condenado y del verdugo (ambos bajo el nombre de Sawyer) cae al fuego indicando que la suerte de estos dos ha sido echada...
Sawyer ha despertado entre los brazos de su chica y ha salido descalzo de su tienda a aliviar una urgente necesidad. En la selva nocturna se encuentra con el antiguo explorador y cazador que se ha convertido últimamente en peligroso pirómano y posible aliado de los Otros. Como hizo en su tiempo un insidioso jabalí (1.16), Locke le incordia y le provoca llevándole a su terreno, donde tiene pensado aprovechar la fogosidad vengativa del pendenciero sureño para rematar la faena con el hombre que mantiene maniatado y amordazado.
Como una inesperada pesadilla nocturna inicia así Sawyer descalzo (cual penitente) el difícil camino de vuelta a su pasado, para enfrentarse de nuevo en la piel del pequeño James con el hombre que destrozó la vida de sus padres. Tom Sawyer fue el nombre elegido por el estafador para engañar a Mary Ford y llevarse los ahorros de la familia, de modo que el marido de ésta exasperado optó por matarla y pegarse un tiro después (1.8, 1.16). El niño que presenció la tragedia desde debajo de su cama asumió de mayor el mismo alias del enemigo que había decidido matar, como signo de su propio autodesprecio tras dedicarse a similares prácticas embaucadoras.
El odioso personaje que arruinó la vida de su propio hijo reencuentra así un inesperado heredero en el hijo de una de sus víctimas. Bien sabía el Emperador de “La Guerra de las Galaxias” que no era tan difícil convertir a Luke en un nuevo Darth Vader mientras el joven Skywalker odiara al que en su día llevó el mismo nombre. Locke no llega a perdonar a su padre, aun no siendo capaz de mancharse con su sangre, pero cual temible Emperador galáctico juega con los sentimientos de James para extraer de su odio el resultado que necesita obtener. ¿Pero quién es el nuevo posible Darth Vader, John o James?
La gélida frialdad del desalmado Cooper es capaz de dar origen a una nueva legión de desalmados, pero aunque el joven James asumió voluntariamente uno de sus nombres falsos, es más bien Locke el que está adquiriendo su fría y calculadora capacidad de manipular a todo aquel que se encuentra a su alrededor. Claro que él a su vez está siendo manipulado magistralmente por Ben, que es quien le ha dicho que no será aceptado entre los Otros (¿el lado oscuro de la Fuerza?) si no acaba primero con la atadura que supone para él su maligno padre, matándolo (¿quién es el Emperador aquí, Ben o John?)
James se ve atraído por la curiosidad de saber qué es lo que los Otros y lo que Locke saben de él. La forma en que ha transcurrido su vida, entre estafas y detenciones que culminaron en el asesinato cometido en Sydney antes de coger el fatídico avión, puede releerse a la luz de la tragedia que presenció a sus ocho años. Necesita saber cómo interpreta su vida una persona ajena a sí mismo, tras tantos años de sentirse inclinado a odiarse y a hacerse odiar por los demás (2.13). Pero por otro lado se niega a aceptar que un mero informe tenga todos los datos necesarios para valorar quién es él, permitiendo a alguien sacar como conclusión que es un asesino. Por eso mismo se niega a asesinar a una persona porque sí, porque no quiere ser eso que sus papeles dicen que es y porque no quiere tampoco creerse que sabe con certeza que el otro es tan malo como parece. Si él requiere que se le conceda el beneficio de la duda, está también dispuesto a concedérsela a aquel que Locke considera reo de la pena de muerte.
Pero el encuentro con el mismísimo Mr. Sawyer de su pasado da al traste con todas las buenas intenciones de James Ford. Al prisionero no le importa reconocer todas sus hazañas, tanto aquellas cometidas contra Locke como la estafa contra los padres de James. Parece regocijarse en una situación en la que imagina no tener nada que perder, pues cree estar ya en el infierno. Su falta total de arrepentimiento y de respeto por los sentimientos del que fue una víctima colateral, despierta toda la ira acumulada durante casi treinta años en nuestro joven amigo, quien sucumbe a sus deseos de venganza estrangulando a su enemigo con unas cadenas del vetusto calabozo.
Sawyer se cree ahora verdaderamente un asesino, pero la reacción de su cuerpo lo desmiente, pues sale de la “Roca Negra” con deseos de vomitar. De forma saludable se siente asqueado por la maldad (tanto la propia como la ajena), al contrario que su irredento homónimo. Locke sin embargo, sin mancharse las manos, parece haber cruzado más allá del bien y del mal: su única orientación proviene ahora de lo que le pide la isla por medio del insidioso Ben y si éste le pide el sacrificio de su padre, John no duda en sacrificar a su padre y también el alma de James. Sólo que al intentar hacer esto se produce el desconcertante efecto de que más bien acaba sacrificando su propia alma. Ciertas influencias beneficiosas han protegido al torturado sureño de perderse tan totalmente, aunque sólo sean el recuerdo del cariño de su madre y el amor que siente por Kate. Mientras que Locke en este momento sólo reconoce como amiga o aliada a la misteriosa isla que le ha curado y parece querer darle una nueva oportunidad, influencia por la que es capaz de vender su alma al diablo.
Ambos personajes salen del calabozo ‘liberados’ por la muerte del maligno Cooper y preparados para emprender un nuevo camino: uno queriendo dejar atrás definitivamente su parálisis, mientras que dobla el espinazo tras el peso del cadáver de su padre y persigue el rastro dejado por Ben y los suyos; el otro acongojado en su interior por el desgarrador enfrentamiento tantos años esperado, pero empeñado en llevar a su campamento la prueba acusadora de Juliet y el aviso de los planes de ataque de los Otros que Locke le ha comunicado. James se siente necesario en su grupo, llamado a volver allí cuanto antes para proteger de los secuestradores a sus mujeres (entre ellas a Kate), mientras que Locke, tras una última prueba de lealtad con los supervivientes, rompe con toda atadura previa e inicia un nuevo éxodo en solitario.
Juliet debía averiguar para Ben qué mujeres están embarazadas entre las supervivientes de la playa. Pero se encuentra sin quererlo con una noticia totalmente imprevista: una paracaidista ha caído sobre la isla y tiene un radio-teléfono, aunque algo estropeado, para contactar con el carguero del cual despegó su helicóptero. Desmond, Charlie, Jin y Hurley han llegado de noche al campamento y han querido ocultar esta importantísima información especialmente a Jack y a Juliet, debido a la enorme desconfianza que suscitan la rubia ex-Otra y el doctor volcado tan totalmente en acompañarla y protegerla. Sayid se une al club secreto e interroga a la recién llegada Naomi, escuchando asombrado que el avión del vuelo 815 había sido encontrado entero y con todos sus pasajeros muertos a unos cuantos miles de kilómetros, en una profunda sima frente a la costa de Bali. Descubierto en su intento de reparar el nuevo teléfono de contacto, Sayid comunica a Kate la buena nueva, pero pidiéndole que no se lo diga a Jack, lo cual es inconcebible para esta muchacha que sigue creyendo, o queriendo creer, en el que ha sido su mejor amigo desde el accidente del avión.
La vital información pasa así a los dos sospechosos, que parecen tener otro secreto importante entre ellos. La comunidad de la playa, entre sus secretos y suspicacias ha dejado de ser una sociedad unida bajo un solo líder, pasando a ser un cúmulo de grupúsculos que sospechan entre sí. Se presenta ante ellos la oportunidad de ser rescatados al mismo tiempo que la amenaza de un nuevo ataque de los Otros, y en vez de coordinarse y mantenerse unidos dedican sus energías a ocultarse información los unos a los otros. Kate ha intentado servir de puente para reestablecer la confianza, pero sólo ha conseguido sufrir la humillación de que Jack rechace su deseo de privacidad y tras escuchar la situación opte por ocultarle expresamente algún dato vital que hasta Juliet preferiría haberle contado. La única que confiaba en Jack como jefe del campamento ya no sabe qué pensar. En contra de lo que opina el resto del mundo no todos los pasajeros del vuelo 815 murieron, pero los que aún viven se encuentran fatalmente desunidos justo en el momento en que les sobreviene al mismo tiempo una seria opción de salvación y otra muy grave de perdición.
Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:
- El episodio trata de una manera simbólica el tema de que la isla, cual posible purgatorio o infierno, planteara a los ‘perdidos’ (supuestamente ya fallecidos) un juicio final u ocasión de tomar decisiones definitivas sobre su vida. Las opciones pasadas de James, recogidas en su dossier, no definen quién es él, hasta que él mismo lo hace sobre la marcha. Pero el peso de sus decisiones previas, reinterpretadas por los que le rodean, le tiende una trampa que finalmente le obliga a hacer lo que no quiere hacer. Sin embargo este hombre, contradiciendo la propia fatalidad del acto que no ha sido capaz de evitar, se encuentra salvado más allá de su propia voluntad, por las referencias de amor incondicional que aún están vigentes en su vida.
En el caso de Juliet es una cinta de audio la que contiene la prueba de su culpabilidad total, cinta que no recogió el revelador “te odio” pronunciado por la joven después de grabar las frases en las que traicionaba la confianza de los supervivientes de la playa (3.18). Nuevamente la prueba tangible no recoge todo lo que esta mujer es y puede hacer, pues sus decisiones futuras sólo dependen de ella y aún podríamos contar con la influencia beneficiosa de Jack. ¿O es Jack el que se ha visto arrastrado a la traición por su apego a Juliet?
- Otra imagen interesante viene sugerida por la presencia de Naomi, que ha venido del cielo con una promesa de salvación (paralelamente a la misteriosa llegada a la isla del maligno Cooper, visto primeramente en el subsuelo). Está herida y la posibilidad de rescate es algo precaria, pues requiere de los cuidados personales a esta portadora de buenas nuevas y de la reparación del teléfono de contacto con el carguero, quedando claro además que si alguien desconfía de la enviada no será salvado (como avisa la misma Naomi a Sayid). Pero la reacción de los supervivientes que la encuentran es ocultar esta buena noticia a su gente. La comunidad desunida y desconfiada está poniendo en peligro su propio rescate. De hecho si el amor incondicional es un buen garante de salvación, la desunión y la desconfianza actúan más bien en su contra, por lo que siempre se ha imaginado como especial e insidiosa labor del maligno el sembrar este tipo de cizaña.
- Los itinerarios centrales que debemos valorar en este episodio son sin embargo los de Cooper y Locke. El endurecido estafador se encuentra más allá de toda posible redención por dos circunstancias: una por su propia decisión, pues parece regodearse con todo el mal que ha hecho y no arrepentirse en ningún modo, pero en esta misma actitud influye la otra circunstancia, su convicción de que la suerte está echada y ya se encuentra en el infierno. Se ríe hasta de la posibilidad de que le maten una y otra vez, pues cree que ya está muerto. Esa idea de irreversibilidad de la propia condena es el dato absolutamente fatal que impide un cambio en esta persona. Su actitud provoca un máximo de odio en los que le escuchan, pareciendo no importarle sufrir con tal de provocar aún más maldad a su alrededor. Se trata de una actitud verdaderamente diabólica. Esta absoluta maldad es la que se supone en los demonios, pero nunca es tan irreversible en una persona humana, pues nadie puede llegar a tener en vida la certeza de haber sido totalmente condenado. Ante la posibilidad de la muerte y de una decisión definitiva sobre la propia vida, cualquier persona puede ser alcanzada por el deseo de arrepentimiento y de alcanzar la reconciliación con las personas a las que alguna vez hizo daño, y si es creyente, con Dios.
Por su parte John Locke es el que toma las decisiones más desconcertantes en este episodio. Acepta la decisión de matar a su propio padre, debido a que su conciencia moral ha pasado a un segundo plano ante la urgencia de descubrir su especial camino en esta isla tan milagrosa, lo cual pasa por obedecer las instrucciones del jefe de los Otros. La decisión la ha tomado Ben y la acción la comete Sawyer, Locke ha encontrado la manera perfecta de sortear sus escrúpulos y conseguir esa muerte, pero él es el que va a quedar más dañado en semejante maniobra. Su imagen al principio del episodio refleja la imagen clásica del diablo tentador: como rey de sus oscuros dominios valora las acciones del encausado, procede a la condena y a atizar el fuego y se lanza por esos caminos como tentador para atraer más incautos hacia su infesta prisión. Con mentiras y medias verdades se convierte en testigo de un angustioso proceso interior, permitiendo que la persona se hunda poco a poco en la miseria del odio y el autodesprecio. Nuestro John Locke, que siempre ha querido convertirse en un héroe, se ha rebajado a ser un vil instrumento de manipulación.
- Los procesos que ocurren en nuestra vida cuando decidimos entre el bien y el mal, sobre todo ante ciertas decisiones más definitivas, han sido descritos tradicionalmente recurriendo a diablos y ángeles, infierno o cielo, fuego o salvación. Sea cual sea nuestra opinión sobre estas concepciones tradicionales los procesos de perdición moral de una persona son reales y se conocen desde antiguo, aunque nos empeñemos en ignorarlos. Utilizando el lenguaje de George Lucas, el creador de “La Guerra de las Galaxias”, no debemos olvidar la enorme atracción del ‘lado oscuro de la Fuerza’ ni el poderoso poder de convicción de los dos personajes malignos de esta saga, uno de los cuales, por desgracia, se pasó al lado oscuro precisamente por querer ser un Jedi más perfecto. Locke ha sobrepasado conscientemente una línea prohibitiva inscrita en sus entrañas porque pensaba que limitaba el desarrollo de su potencial, y esto tendrá sus consecuencias antes o después. De todos modos él tiene como instigadores tanto a Ben como a Richard (y al propio Cooper) por no hablar de una extraña sociedad que esperaba deseosa que cometiera un parricidio. El mal tiene tendencia a multiplicarse engendrando siempre más mal. Sólo la influencia del amor incondicional puede ayudarnos a ganar en esta insidiosa batalla.
Amparo
El condenado a muerte es una persona que ha usado muchos nombres pero casi nunca el verdadero. No se trata tanto de que haya encontrado su infierno en el calabozo del barco varado en la selva de una isla perdida, sino más bien de que lo ha llevado siempre consigo, destrozando a su paso por este mundo a todo aquel con quien entraba en contacto. Las extrañas circunstancias que lo han traído a nuestra isla le hacen pensar que está en el más allá, en su versión más tórrida, además de contar con el aparentemente sólido argumento de encontrarse allí con su hijo muerto (supuestamente en el vuelo 815), al que hizo daño tantas veces que ni se acuerda ya.
John Locke debe afrontar de nuevo el cinismo de esa horrible persona que tiene por padre. Pero esta vez no va a tenerle cariño ni lástima, probablemente ya no siente siquiera ni odio ni temor, sólo el asco y la rabia de haber tenido que soportar a semejante ser humano y tener que hacerse además cargo de su ejecución.
No nos encontramos aquí ante la emocionante opción de Luke Skywalker, quien prefiere dejarse matar antes que tener que acabar con su padre, el maligno Darth Vader, debido al noble deseo de que el que antaño fue un valioso caballero obtuviera la redención (en “El retorno del Jedi”). John Locke no considera otra opción que matar a esta persona, quien, una vez ha asumido que ya está en el infierno, se ríe en la cara de su víctima preferida y ofrece su cuello gustoso para ser degollado, despreciando por inútil cualquier tipo de comportamiento compasivo. Pero aún así, el hijo al que robó un riñón (1.19) y tiró por la ventana de un octavo piso (3.13), descubre que no es capaz de coger un arma y acabar con él, aunque sí de orquestar una situación en la que otra persona, igualmente destrozada por este desalmado, sea capaz de ejecutarlo. El informe que recoge en una sola carpeta roja las pasadas acciones del condenado y del verdugo (ambos bajo el nombre de Sawyer) cae al fuego indicando que la suerte de estos dos ha sido echada...
Sawyer ha despertado entre los brazos de su chica y ha salido descalzo de su tienda a aliviar una urgente necesidad. En la selva nocturna se encuentra con el antiguo explorador y cazador que se ha convertido últimamente en peligroso pirómano y posible aliado de los Otros. Como hizo en su tiempo un insidioso jabalí (1.16), Locke le incordia y le provoca llevándole a su terreno, donde tiene pensado aprovechar la fogosidad vengativa del pendenciero sureño para rematar la faena con el hombre que mantiene maniatado y amordazado.
Como una inesperada pesadilla nocturna inicia así Sawyer descalzo (cual penitente) el difícil camino de vuelta a su pasado, para enfrentarse de nuevo en la piel del pequeño James con el hombre que destrozó la vida de sus padres. Tom Sawyer fue el nombre elegido por el estafador para engañar a Mary Ford y llevarse los ahorros de la familia, de modo que el marido de ésta exasperado optó por matarla y pegarse un tiro después (1.8, 1.16). El niño que presenció la tragedia desde debajo de su cama asumió de mayor el mismo alias del enemigo que había decidido matar, como signo de su propio autodesprecio tras dedicarse a similares prácticas embaucadoras.
El odioso personaje que arruinó la vida de su propio hijo reencuentra así un inesperado heredero en el hijo de una de sus víctimas. Bien sabía el Emperador de “La Guerra de las Galaxias” que no era tan difícil convertir a Luke en un nuevo Darth Vader mientras el joven Skywalker odiara al que en su día llevó el mismo nombre. Locke no llega a perdonar a su padre, aun no siendo capaz de mancharse con su sangre, pero cual temible Emperador galáctico juega con los sentimientos de James para extraer de su odio el resultado que necesita obtener. ¿Pero quién es el nuevo posible Darth Vader, John o James?
La gélida frialdad del desalmado Cooper es capaz de dar origen a una nueva legión de desalmados, pero aunque el joven James asumió voluntariamente uno de sus nombres falsos, es más bien Locke el que está adquiriendo su fría y calculadora capacidad de manipular a todo aquel que se encuentra a su alrededor. Claro que él a su vez está siendo manipulado magistralmente por Ben, que es quien le ha dicho que no será aceptado entre los Otros (¿el lado oscuro de la Fuerza?) si no acaba primero con la atadura que supone para él su maligno padre, matándolo (¿quién es el Emperador aquí, Ben o John?)
James se ve atraído por la curiosidad de saber qué es lo que los Otros y lo que Locke saben de él. La forma en que ha transcurrido su vida, entre estafas y detenciones que culminaron en el asesinato cometido en Sydney antes de coger el fatídico avión, puede releerse a la luz de la tragedia que presenció a sus ocho años. Necesita saber cómo interpreta su vida una persona ajena a sí mismo, tras tantos años de sentirse inclinado a odiarse y a hacerse odiar por los demás (2.13). Pero por otro lado se niega a aceptar que un mero informe tenga todos los datos necesarios para valorar quién es él, permitiendo a alguien sacar como conclusión que es un asesino. Por eso mismo se niega a asesinar a una persona porque sí, porque no quiere ser eso que sus papeles dicen que es y porque no quiere tampoco creerse que sabe con certeza que el otro es tan malo como parece. Si él requiere que se le conceda el beneficio de la duda, está también dispuesto a concedérsela a aquel que Locke considera reo de la pena de muerte.
Pero el encuentro con el mismísimo Mr. Sawyer de su pasado da al traste con todas las buenas intenciones de James Ford. Al prisionero no le importa reconocer todas sus hazañas, tanto aquellas cometidas contra Locke como la estafa contra los padres de James. Parece regocijarse en una situación en la que imagina no tener nada que perder, pues cree estar ya en el infierno. Su falta total de arrepentimiento y de respeto por los sentimientos del que fue una víctima colateral, despierta toda la ira acumulada durante casi treinta años en nuestro joven amigo, quien sucumbe a sus deseos de venganza estrangulando a su enemigo con unas cadenas del vetusto calabozo.
Sawyer se cree ahora verdaderamente un asesino, pero la reacción de su cuerpo lo desmiente, pues sale de la “Roca Negra” con deseos de vomitar. De forma saludable se siente asqueado por la maldad (tanto la propia como la ajena), al contrario que su irredento homónimo. Locke sin embargo, sin mancharse las manos, parece haber cruzado más allá del bien y del mal: su única orientación proviene ahora de lo que le pide la isla por medio del insidioso Ben y si éste le pide el sacrificio de su padre, John no duda en sacrificar a su padre y también el alma de James. Sólo que al intentar hacer esto se produce el desconcertante efecto de que más bien acaba sacrificando su propia alma. Ciertas influencias beneficiosas han protegido al torturado sureño de perderse tan totalmente, aunque sólo sean el recuerdo del cariño de su madre y el amor que siente por Kate. Mientras que Locke en este momento sólo reconoce como amiga o aliada a la misteriosa isla que le ha curado y parece querer darle una nueva oportunidad, influencia por la que es capaz de vender su alma al diablo.
Ambos personajes salen del calabozo ‘liberados’ por la muerte del maligno Cooper y preparados para emprender un nuevo camino: uno queriendo dejar atrás definitivamente su parálisis, mientras que dobla el espinazo tras el peso del cadáver de su padre y persigue el rastro dejado por Ben y los suyos; el otro acongojado en su interior por el desgarrador enfrentamiento tantos años esperado, pero empeñado en llevar a su campamento la prueba acusadora de Juliet y el aviso de los planes de ataque de los Otros que Locke le ha comunicado. James se siente necesario en su grupo, llamado a volver allí cuanto antes para proteger de los secuestradores a sus mujeres (entre ellas a Kate), mientras que Locke, tras una última prueba de lealtad con los supervivientes, rompe con toda atadura previa e inicia un nuevo éxodo en solitario.
Juliet debía averiguar para Ben qué mujeres están embarazadas entre las supervivientes de la playa. Pero se encuentra sin quererlo con una noticia totalmente imprevista: una paracaidista ha caído sobre la isla y tiene un radio-teléfono, aunque algo estropeado, para contactar con el carguero del cual despegó su helicóptero. Desmond, Charlie, Jin y Hurley han llegado de noche al campamento y han querido ocultar esta importantísima información especialmente a Jack y a Juliet, debido a la enorme desconfianza que suscitan la rubia ex-Otra y el doctor volcado tan totalmente en acompañarla y protegerla. Sayid se une al club secreto e interroga a la recién llegada Naomi, escuchando asombrado que el avión del vuelo 815 había sido encontrado entero y con todos sus pasajeros muertos a unos cuantos miles de kilómetros, en una profunda sima frente a la costa de Bali. Descubierto en su intento de reparar el nuevo teléfono de contacto, Sayid comunica a Kate la buena nueva, pero pidiéndole que no se lo diga a Jack, lo cual es inconcebible para esta muchacha que sigue creyendo, o queriendo creer, en el que ha sido su mejor amigo desde el accidente del avión.
La vital información pasa así a los dos sospechosos, que parecen tener otro secreto importante entre ellos. La comunidad de la playa, entre sus secretos y suspicacias ha dejado de ser una sociedad unida bajo un solo líder, pasando a ser un cúmulo de grupúsculos que sospechan entre sí. Se presenta ante ellos la oportunidad de ser rescatados al mismo tiempo que la amenaza de un nuevo ataque de los Otros, y en vez de coordinarse y mantenerse unidos dedican sus energías a ocultarse información los unos a los otros. Kate ha intentado servir de puente para reestablecer la confianza, pero sólo ha conseguido sufrir la humillación de que Jack rechace su deseo de privacidad y tras escuchar la situación opte por ocultarle expresamente algún dato vital que hasta Juliet preferiría haberle contado. La única que confiaba en Jack como jefe del campamento ya no sabe qué pensar. En contra de lo que opina el resto del mundo no todos los pasajeros del vuelo 815 murieron, pero los que aún viven se encuentran fatalmente desunidos justo en el momento en que les sobreviene al mismo tiempo una seria opción de salvación y otra muy grave de perdición.
Pistas para adentrarnos en los entresijos de estos temas:
- El episodio trata de una manera simbólica el tema de que la isla, cual posible purgatorio o infierno, planteara a los ‘perdidos’ (supuestamente ya fallecidos) un juicio final u ocasión de tomar decisiones definitivas sobre su vida. Las opciones pasadas de James, recogidas en su dossier, no definen quién es él, hasta que él mismo lo hace sobre la marcha. Pero el peso de sus decisiones previas, reinterpretadas por los que le rodean, le tiende una trampa que finalmente le obliga a hacer lo que no quiere hacer. Sin embargo este hombre, contradiciendo la propia fatalidad del acto que no ha sido capaz de evitar, se encuentra salvado más allá de su propia voluntad, por las referencias de amor incondicional que aún están vigentes en su vida.
En el caso de Juliet es una cinta de audio la que contiene la prueba de su culpabilidad total, cinta que no recogió el revelador “te odio” pronunciado por la joven después de grabar las frases en las que traicionaba la confianza de los supervivientes de la playa (3.18). Nuevamente la prueba tangible no recoge todo lo que esta mujer es y puede hacer, pues sus decisiones futuras sólo dependen de ella y aún podríamos contar con la influencia beneficiosa de Jack. ¿O es Jack el que se ha visto arrastrado a la traición por su apego a Juliet?
- Otra imagen interesante viene sugerida por la presencia de Naomi, que ha venido del cielo con una promesa de salvación (paralelamente a la misteriosa llegada a la isla del maligno Cooper, visto primeramente en el subsuelo). Está herida y la posibilidad de rescate es algo precaria, pues requiere de los cuidados personales a esta portadora de buenas nuevas y de la reparación del teléfono de contacto con el carguero, quedando claro además que si alguien desconfía de la enviada no será salvado (como avisa la misma Naomi a Sayid). Pero la reacción de los supervivientes que la encuentran es ocultar esta buena noticia a su gente. La comunidad desunida y desconfiada está poniendo en peligro su propio rescate. De hecho si el amor incondicional es un buen garante de salvación, la desunión y la desconfianza actúan más bien en su contra, por lo que siempre se ha imaginado como especial e insidiosa labor del maligno el sembrar este tipo de cizaña.
- Los itinerarios centrales que debemos valorar en este episodio son sin embargo los de Cooper y Locke. El endurecido estafador se encuentra más allá de toda posible redención por dos circunstancias: una por su propia decisión, pues parece regodearse con todo el mal que ha hecho y no arrepentirse en ningún modo, pero en esta misma actitud influye la otra circunstancia, su convicción de que la suerte está echada y ya se encuentra en el infierno. Se ríe hasta de la posibilidad de que le maten una y otra vez, pues cree que ya está muerto. Esa idea de irreversibilidad de la propia condena es el dato absolutamente fatal que impide un cambio en esta persona. Su actitud provoca un máximo de odio en los que le escuchan, pareciendo no importarle sufrir con tal de provocar aún más maldad a su alrededor. Se trata de una actitud verdaderamente diabólica. Esta absoluta maldad es la que se supone en los demonios, pero nunca es tan irreversible en una persona humana, pues nadie puede llegar a tener en vida la certeza de haber sido totalmente condenado. Ante la posibilidad de la muerte y de una decisión definitiva sobre la propia vida, cualquier persona puede ser alcanzada por el deseo de arrepentimiento y de alcanzar la reconciliación con las personas a las que alguna vez hizo daño, y si es creyente, con Dios.
Por su parte John Locke es el que toma las decisiones más desconcertantes en este episodio. Acepta la decisión de matar a su propio padre, debido a que su conciencia moral ha pasado a un segundo plano ante la urgencia de descubrir su especial camino en esta isla tan milagrosa, lo cual pasa por obedecer las instrucciones del jefe de los Otros. La decisión la ha tomado Ben y la acción la comete Sawyer, Locke ha encontrado la manera perfecta de sortear sus escrúpulos y conseguir esa muerte, pero él es el que va a quedar más dañado en semejante maniobra. Su imagen al principio del episodio refleja la imagen clásica del diablo tentador: como rey de sus oscuros dominios valora las acciones del encausado, procede a la condena y a atizar el fuego y se lanza por esos caminos como tentador para atraer más incautos hacia su infesta prisión. Con mentiras y medias verdades se convierte en testigo de un angustioso proceso interior, permitiendo que la persona se hunda poco a poco en la miseria del odio y el autodesprecio. Nuestro John Locke, que siempre ha querido convertirse en un héroe, se ha rebajado a ser un vil instrumento de manipulación.
- Los procesos que ocurren en nuestra vida cuando decidimos entre el bien y el mal, sobre todo ante ciertas decisiones más definitivas, han sido descritos tradicionalmente recurriendo a diablos y ángeles, infierno o cielo, fuego o salvación. Sea cual sea nuestra opinión sobre estas concepciones tradicionales los procesos de perdición moral de una persona son reales y se conocen desde antiguo, aunque nos empeñemos en ignorarlos. Utilizando el lenguaje de George Lucas, el creador de “La Guerra de las Galaxias”, no debemos olvidar la enorme atracción del ‘lado oscuro de la Fuerza’ ni el poderoso poder de convicción de los dos personajes malignos de esta saga, uno de los cuales, por desgracia, se pasó al lado oscuro precisamente por querer ser un Jedi más perfecto. Locke ha sobrepasado conscientemente una línea prohibitiva inscrita en sus entrañas porque pensaba que limitaba el desarrollo de su potencial, y esto tendrá sus consecuencias antes o después. De todos modos él tiene como instigadores tanto a Ben como a Richard (y al propio Cooper) por no hablar de una extraña sociedad que esperaba deseosa que cometiera un parricidio. El mal tiene tendencia a multiplicarse engendrando siempre más mal. Sólo la influencia del amor incondicional puede ayudarnos a ganar en esta insidiosa batalla.
Amparo
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